Si, aunque usted no lo crea, en estos días el camarón oscila los 120 pesos el kilo, incluso el de talla grande, esto como reflejo de la crisis que vive el sector ribereño, aquellos pescadores que viven en los 42 campos pesqueros de Sinaloa, incluidos los que están produciendo en granjas acuícolas, todos ellos ya no hayan la puerta para por lo menos reingresar los costos de captura y producción.
Para el sector ribereño, el más amolado, ya acumula su cuarta gran crisis histórica y tal parece ya están condenados a emigrar al corte de tomate de hortalizas de los campos más cercanos a la costa sinaloenses.
La primer gran crisis del sector pesquero fue la provocada por la reforma al artículo 27 constitucional donde la captura de camarón en costas y bahías estaba reservada para las cooperativas pesqueras en las que se organizaban los habitantes de los pueblos ribereños, reservas que desapareció con aquella reforma de Carlos Salinas de Gortari que dio al traste también al cooperativismo como forma de organización gremial.
La segunda sobrevino con la liberación de la pesca que permitió que cualquiera se convirtiera en pescador y pescara donde quisiera, provocando el fenómeno de la sobreexplotación que provoco la reducción del volumen de captura y por consiguiente disminuir las ganancias de todos.
La tercera fue la creación de las granjas camaroneras que generaron en una primera etapa, el saqueo de la larva de camarón en esteros lo que acarreo como consecuencia la disminución reproductiva y disminuir los volúmenes a capturar, hasta que los grupos lograron construir criaderos de larvas en laboratorios, pero el daño estaba hecho.
La cuarta y última crisis es la que viven después de que el gobierno de AMLO firmo el tratado de libre comercio con ecuador en el 2023, acuerdo que permitió la entrada indiscriminada de camarón de aquel país, ecuador que posee una planta productiva más rentable que la mexicana y puede vender mucho más barato el kilo de camarón.
Situación a la que se agregó “porosidad” de la frontera guatemalteca que ha permitido la entrada a ilegal de camarón hondureño, entrando hasta 50 trailers diarios con un volumen de 2 mil toneladas cada 24 horas al país.
En el transcurso de los últimos 30 años, periodo en el que se han presentado estas crisis, no ha habido ningún gobierno capaz de hacerle frente a la rapacidad, el daño ecológico, la corrupción y la política equivocadas del gobierno, produciendo con ello una crisis al parecer, insalvable para los pescadores y productores de camarón.
De que hay soluciones, las hay, pero nadie de los gobiernos quiere comprometerse con los granjeros y ribereños, que son los más afectados por este cuadro que parece irresoluble.