Desde que el pasado 6 de noviembre cuando Donald Trump, había sido electo presidente de los Estados Unidos, habiendo conocido su discurso contra la política del gobierno mexicano y luego señalado abiertamente su posición anti-China, conociendo ya la relación que tiene con el gigante de Asia, se abrió un debate sobre la política mexicana sobre la disyuntiva del multilateralismo o T-MEC, lo que de suyo significaba que Estados Unidos no admitía las relaciones comerciales Mexico – China, por que consideraban que significaba tener al enemigo de vecino, exigiendo sobre esa premisa una definición por parte de Mexico: con China o con Estados Unidos.
Prácticamente esa era la conclusión después de que Trump anunciara aranceles del 100 por ciento a exportaciones a Estados Unidos con manufactura China, a lo que reacciono el gobierno Mexicano, a través del secretario de economía Marcelo Ebrard, que Mexico tendría que suspender sus compras a China, específicamente de productos para producir vehículos que Mexico exporta a los Estados Unidos, compra que habría que sustituir mediante programa de “sustitución de importaciones”, del tamaño de fábricas industriales que produzcan los 80 mil millones de dólares que Mexico le compra a China.
Esa fue la respuesta del gobierno mexicano y la redondeo el secretario de hacienda Rogelio Ramírez de la O, quien a su vez informo que su secretaria ya tenía tres años elaborando ese programa que ahora exige el nuevo presidente estadounidense.
Es poco creíble que ese programa fuera el plan del gobierno mexicano en su relación con los vecinos del norte y mas parece una carta sacada de la manga con la intención de frenar impetus del gobierno gringo.
Tan no existe un programa de industrialización para sustituir importaciones que fueron incapaces en todo el sexenio de AMLO de entender la “relocalizacion” de empresas de otros países del mundo a Mexico, al extremo de no preparar las condiciones tanto en Mexico como de su política exterior para atraer esas inversiones, al extremo que lo que parecía un hecho se haya ido, el caso de TESLA, la fabrica de automóviles híbridos que se instalaría en Monterrey.
Por lo que resulta obvio a estas alturas de que Mexico no fabricara lo que le compra a China, por lo que tendrá que buscar otros mercados, como será seguramente el estadounidense y Canadá, mientras construyen esas fábricas, por lo que cabe preguntarse ¿será capaz el gobierno de Sheimbaun construir esas fabricas?
Suena muy complicado, sin embargo, cuando se quiere se puede, por lo que el primer paso a resolver ¿lo quiere Mexico? Pues, aunque no quiera tendrá que hacerlo y al parecer, más allá de los proyectos gubernamentales como los que anuncia el gobierno federal en su presupuesto 2025, lo que debiera proyectar en ese programa que dice Rogelio Ramírez de la O, el secretario de hacienda, que ya tenia y que es falso, pero no hay otra alternativa para Mexico; o lo hace o lo hace.
No hay de otra, si la presidenta Claudia Sheimbaun pretende salir de la maraña de problemas en la que esta enredada, necesita una estrategia distinta a como han enfocado su gobierno. No puede seguir los pasos de López Obrador.
Es ineludible no virar y romper el modelo de la 4T que dibujo López Obrador, por que la modernización y desarrollo del país esta en los acuerdos económicos con Canadá y Estados Unidos, no en la ruptura con ellos, por que seria un suicidio gubernamental.
Y si la sustitución de importaciones es ineludible, pues los estados de todo el país ya deben trabajar en ello, incluso trayendo fábricas de China que inversionistas mexicanos o extranjeros compren, pero de alguna manera se debe hacer, incluso explorar en los países de América Latina la atracción de capitales y alianzas multinacionales.
Simplemente por que hay una razón que toca la puerta ¿cómo producir los 80 mil millones de dólares en mercancías que ya no compraremos a China? Y esa producción es año con año. ¿cómo le hacemos?