columna joseluisMuy fácil pudo el gobernador Rubén Rocha, si hubiera querido, resolver el conflicto con la UAS tan solo con no publicar el decreto de nueva ley orgánica de la UAS que había decretado el congreso del estado, que sabía a ciencia cierta era una mera farsa de los diputados con su falsa consulta a la comunidad universitaria y que lo hacían en abierto desacato a la sentencia de los jueces que estaban en la inconstitucionalidad y no podían proceder en ese aspecto a legislar sobre la ley orgánica de la UAS, simplemente porque la iniciativa es de la comunidad universitaria de la UAS y no de ellos, los diputados.

 

Así como no les importo a los diputados transgredir y desacatar la ley y la sentencia de los jueces federales, tampoco al gobernador que omitió esa conducta ilegal de los diputados y los avalo con su firma el enorme desfiguro legislativo que estaban cometiendo, concluyendo con la publicación del decreto para cerrar con “broche de oro” tal desatino.

 

El gobernador se decidió por mantener su conducción errática y poco afortunada de su gobierno, convertido ya en un enredo con tanta incompetencia, desatino y omisión.

 

A provocado con ello una reacción lógica y natural de la UAS ante tal agravio, que coronaron el viernes con la ilegal y absurda destitución de Robespierre Lizárraga Otero, encargado del despacho de rectoría después de aquel monumento al abuso de poder, cuando hace un año impusieron al Dr. Jesús Madueña Molina como medida cautelar, la separación provisional como rector, absurda destitución de Robespierre Lizárraga, que resulto “la gota que derramo el vaso” y motivó que la UAS se decidiera por elevar su protesta a ese paro indefinido de labores y tocar las puertas de la sociedad sinaloense, la comunidad universitaria del país y hasta la propia presidencia de la república para frenar estos abusos del gobierno de Sinaloa en contra de la UAS.

 

El paro de la UAS es un grito de ¡ya basta! de tanta arbitrariedad e ilegalidad del funcionamiento de las instituciones de Sinaloa en donde no priva el más elemental respeto al estado de derecho para agredir y lastimar el desempeño de la UAS en aras de las ambiciones políticas del gobernador y su grupo de incondicionales, que tal parece creen que no hay poder ni ley que les ponga ese freno y ese límite.

 

Y el abuso es tanto, que han redoblado esfuerzos para mantener aislada de la sociedad a la Universidad Autónoma de Sinaloa invirtiendo fortunas provenientes del erario público para comprar medios de comunicación y comunicadores, así como instrumentar grupos para desplegar campañas de desestabilización de las funciones y desempeño de la UAS, que no reparan en seguir violando la ley y desatando la provocación en aras de esa movilización.

 

Tal parece que no existe otra actividad de gobierno del estado más que realizar esta funesta “cruzada” política, que no advierte en lo mas mínimo la crisis que agobia a todo Sinaloa y que ocupa un gobierno que lidere a los sinaloenses, no que los hunda más en la discordia y el temor que produce la inseguridad y la violencia.

 

Lamentablemente es un gobierno carente de voluntad que no supo, o peor aún, no quiso asumir un rumbo distinto que fuera coherente con el interés de los Sinaloenses. Que tragedia.