columna jose luis lopez duarteSe van a cumplir dos semanas desde que el gobierno quito el subsidio el IEPS (impuesto especial a productos y servicios) a la gasolina, con lo que de facto el litro de gasolina subió 24 por ciento, todo un “gasolinazo”, por lo que tan solo en los últimos cuatro meses que restan al año, recaudaron las arcas públicas con ese solo aumento a la gasolina, la fabulosa fortuna de 400 mil millones de pesos, lo que provocara que el índice inflacionario se dispare y la economía se complique su perspectiva para 2025.

 

Sí de por si al año finalizaba con nubarrones para la economía nacional, producto de los efectos de los desajustes políticos públicos relativos al T-MEC de parte del gobierno de la 4T, como también la incertidumbre que ha producido las reformas al poder judicial, que ha encendido alertas en las inversiones extranjeras y el comercio con estados unidos.

 

De alguna manera, también repercutirá en la estabilidad económica del 2025, tanto el crecimiento del pago de los intereses de la deuda externa para este 2024 a casi 200 mil millones de pesos (más o menos   13 mil millones de dólares), como también los riesgos de que el valor del peso pierda competitividad frente al dólar que implicara dos cosas; el costo de la importaciones (casi 500 mil millones de dólares) y los efectos que producirán también en el incremento de la inflación.

 

Y dentro de todo esto, lo más paradójico para el gobierno de la 4T, del 2018 al 2024, fue que las reformas estructurales de peña nieta, particularmente la reforma fiscal del 2013, la reforma energética, la reforma de telecomunicaciones, todos los fideicomisos que se sostuvieron y heredaron a la 4T cuadno llego al gobierno por un monto de 300 mil millones de pesos, fueron factores de estabilidad económica que la nueva presidenta Claudia Sheimbaun no tendrá para el 2025.

 

Por eso el “gasolinazo” del 1º de septiembre con quitar el subsidio del IEPS a la gasolina, solo será un respiro para un nuevo sexenio de la 4T, que llegara muy acotado, no solo políticamente, si no con escasos márgenes de maniobralidad económica, que quizá los obligue en un corto plazo, solicitar préstamos internacionales para financiar un gasto publico que resultara oneroso, tanto por la baja de ingresos, como por el nivel de gasto que recibirá de obras inconclusas, como el tren maya, dos bocas y el tren transístmico, además de los gastos de operación de empresas del gobierno no rentables, verbigracia: Mexicana de aviación.

 

Y al final, ya se agotaron el oxígeno económico que les heredo Peña Nieto, desestructuraron áreas estratégicas como la energética y se metieron en conflictos quizá sin solución por lo menos a corto plazo con el gobierno de Estados Unidos en materia de inversión y comercio.

 

Lo peor puede ser que se produzca un repliegue mayor de nuestro principal socio comercial, los estados unidos, cuando en julio del 2026 se revise el T-MEC y se preparan para ajustar cuentas. Ojalá y no.