columna joseluisPor su propia naturaleza, los seres humanos, siempre son optimistas y rogamos todos los días que el siguiente será mejor, que el futuro es un mito de la felicidad y la mayoría somos incapaces de superar esa lógica y la creencia la mayor de las veces, se convierte en pesadilla, precisamente cuando las situaciones no tienen remedio o las oportunidades del éxito, de alcanzar los sueños, ya pasaron.

 

Por eso, en la lógica de la evolución de la vida, personal, familiar y social, cada vez son menos los que alcanzan el éxito, los que llegan a sus metas y con ello, cada vez nuestra sociedad es más incapaz, más incompetente y la degradación ya se ha convertido en un destino, tanto que parece inexorable, la autodestrucción.

 

Ya varios científicos han concluido desde hace tiempo, de que el ser humano será el artífice de la destrucción de su existencia sobre la faz de la tierra, tanto que más de alguno ha pronosticado que no termina el siglo XXI sin que eso ocurra.

 

¿Por qué esta larga introducción? Simplemente porque hace muchísimos años, no vivíamos en Sinaloa tiempos como los que estamos viviendo tan dramáticos y aterradores, cuando vemos el nivel de nuestra descomposición, que al parecer a llegado a un quiebre histórico y no sabemos ni imaginamos el desenlace que tendrá.

 

Los que tenemos toda la vida viendo pasar el tiempo en esta cálida tierra, no tenemos memoria (por lo menos este servidor) de haber vivido un tramo de esta magnitud, tanto que el fin de semana que paso, releí el libro “Rodolfo T. Loaiza ¿crimen de estado?” que escribió el amigo Nicolás Vidales, de cómo llego a gobernador de Sinaloa y como fue asesinado.

 

Cuando se lee el libro, después de haber vivido los acontecimientos políticos de los últimos meses y que se recrudecieron radicalmente desde hace un mes, creo que después de aquel movimiento ocurrido en Mazatlán en 1944, cuando asesinaron al gobernador Rodolfo T. Loaiza, no creo, no he sabido, ningún pasaje comparable que haya mostrado una sociedad tan huérfana y sin esperanza como ahora.

 

Y probablemente ahora sea peor, porque antes la sociedad era prácticamente rural, aislada y sin los riesgos aun de la modernidad ni el riesgo de extinción humana, como surgió después de 1946, cuando explotaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki en Japón.

 

Ciertamente, los sucesos en sí mismos son escrutables y las puntas de la madeja pueden orientar al esclarecimiento de los hechos hasta cierto punto, por que como ocurrió con las investigaciones del asesinato del gobernador Rodolfo T. Loaiza, llegaron hasta donde las pistas apuntan a un crimen de estado, pero 80 años atrás, en 1944 no existían ni la globalización, ni la internacionalización que ahora distinguen al mundo actual.

 

Sinaloa, era entonces una provincia aislada por completo y único que la conectaba era la existencia de un gobierno federal. Hoy esa situación es extraordinariamente distinta, ya que lo que ahora nos ocurre es algo ajeno a Sinaloa, pero se dirime en nuestro territorio.

 

Son contradicciones producto de esa globalización y esa internacionalización que nos han atrapado y en donde todos los poderes y la sociedad han sido atrapados y de alguna manera pagan esos costos y eso representa la total incertidumbre donde los gobiernos locales solo están convocados al rol de comparsas.

 

El gobierno de AMLO y la 4T, están dirimiendo sus diferencias de concepción con Estados Unidos sobre el desarrollo de México y eso puede terminar en un feliz acuerdo o una tormenta que sabemos de qué intensidad puede ser.

 

Los sinaloenses somos ajenos a esa disputa. Es cierto, ya se eligió al gobierno de AMLO y la 4T y no tiene reversa, por lo que a lo único que hay que esperar es a que se dé un pacto conciliatorio, un acuerdo que, de continuidad y estabilidad, a los dos países.

 

Si, vivimos una gran crisis política nacional y como tal, la aspiración debe ser a que se resuelva mediante la concertación. No hay de otra.