columna joseluisCuando arribo al gobierno de Sinaloa, Francisco Labastida, su esposa María Teresa Uriarte, una mujer ilustrada, expreso entonces que prevalecía en Sinaloa, un atraso cultural reflejando en la idolatría al “Narco” y que estaba madurando una narcocultura, proponiendo combatir tal fenómeno desde entonces, mediante las artes, la promoción de todas las actividades culturales de diversas latitudes y momentos de la historia, creando entonces “el festival de las artes”, que no faltó quien lo cuestionara, y señalara de elitista y buscara confrontarlo con el folclor regional y las expresiones artísticas sinaloenses, concluyendo la divergencia, con una cruzada anual de promoción de la cultura nacional, internacional y el folclor local.

 

Al final, resulto un programa de gobierno que se desdibujo al paso de los años terminando aquel esfuerzo cultural de la señora, prácticamente en todos los municipios, en una apología del regionalismo y bacanales de cerveza. El esfuerzo cultura de la Sra. María Teresa Uriarte, había quedado hecho trizas, la narcocultura se impuso y con el nuevo siglo, de ser más actividad controlada y regulada por el gobierno, se cambiaron los roles y el gobierno resulto controlado y regulado por aquellos antes sometidos.

 

Desde hace tres semanas Sinaloa vive bajo profunda tensión después de aquel jueves 25, cuando Ismael Zambada cae en manos del gobierno de Estados Unidos y se da el proditorio asesinato del líder político Héctor Melesio Cuén Ojeda, creándose desde entonces, un misterio que ha provocado el surgimiento de múltiples “gurús” y “especialistas” sobre el tema del narcotráfico y la delincuencia, que han creado más confusión que otra cosa y una autoridad, más preocupada por echar tierra al caso y convertirlo en un pleito entre bandidos, una situación criminal de honda consecuencias, enturbiar la situación confundiendo al que se pueda y con ello creando una montaña de lodo, tanto que el principio de inocencia se ha perdido, todos resultan presuntos culpables y la autoridad no tiene ninguna responsabilidad.

 

La situación que vive Sinaloa es un verdadero drama del que sea cual sea el resultado saldrá muy lastimada su sociedad y su gobierno.

 

Es indiscutible que los sucesos vividos del 25 de julio a la fecha, tienen un contexto muy grande que rebasa con creces a todos sus actores y que al parecer se auguran días aciagos.

 

Los hechos de antier en la ciudad de México, en la “mañanera” de AMLO, donde el presidente ataco con todas sus fuerzas a la organización civil “Mexicanos contra la corrupción y la impunidad” que encabezan el empresario Claudio X. González y María Amparo Casar, ataque que se convirtió en un conflicto internacional xon los Estado Unidos, mientras que al mismo tiempo, en “San Lázaro”, las comisiones de economía, hacienda y energía, aprobaban un dictamen de reforma constitucional para quitarles el estatus de “empresas productivas del estado” a CFE y PEMEX, para convertirlas de nueva cuenta en empresas públicas y regresarles la preponderancia en ambos sectores, es decir volver a convertirlos en monopolios de estado, como antes pues, representando el más severo golpe al T-MEC en su perspectiva de continuidad, en el 2026, cuando se revise conjuntamente por Canadá, Estados Unidos y México.

 

Decisiones de AMLO y la 4T para ir a una confrontación abierta y total con los estados unidos, su principal socio comercial, con quien existe el más grande intercambio comercial entre dos naciones en el planeta. Estamos hablando de una relación que intercambian más de un billón de dólares al año ¿qué significa que se altere de fondo esta relación? Pues una crisis económica fenomenal entre dos países y muchísimas reacciones de las cadenas de valor de México conectados con aquella economía.

 

Con el “refriteo” del caso de Jesús Vizcarra están lastimando a toda su familia y sus sociedades económicas, laborales y sociales, las cuales hoy en día son la segunda empresa Sinaloense después de Coppel y la primera de asistencia social con “salud digna”, empresas que en conjunto alcanzan un valor en el mercado que supera los diez mil millones de dólares. Cierto, hay un gran daño moral, pero y el material ¿de qué tamaño será? Y eso solo por hablar de un caso.