columna joseluisEl sábado pasado vimos otra obra política del gobernador Rubén Rocha que repite la tradición del viejo PRI, el acarreo y la simulación, ello producto de la incompetencia política, las fallas de su gobierno y la falta de valor para encarar situaciones controvertidas.

Si, no acudió a la cita con el congreso del estado el 20 de noviembre, “por qué no había condiciones”, según la comparsa de los diputados que mintió descaradamente sobre dichas condiciones para justificar tal suspensión, cuando era evidente la falacia que constataron infinidad de gentes, periodistas y empleados de congreso, pero callaron.

Si, el miedo a los universitarios los llevo a acuartelarse en el palacio de gobierno, blindándose con verjas, guardias y cordones de seguridad, por que sentían amenazados ¿de qué?

Si, el miedo también los impulso a echar mano de todos los presidentes municipales para arroparse de gentes, que les aplaudiera y diera cobijo a un gobierno insensible y abusivo.

Y lo peor, escuchar un discurso plagado de “logros” que ofenden, en buena parte, a los oídos de los sinaloenses con las zalamerías, medias verdades y omisiones que pretenden ocultar sus errores, vacíos e ineptitudes operativos de su gobierno.

Si, por que el circo casi todos lo han hecho siempre y la demagogia también, pero ha habido gobernadores que por lo menos han sabido construir escenarios, trazar planes, definir objetivos y desarrollar programas sobre los cuales han sido críticos, como lo hicieron en algunos momentos Francisco Labastida Ochoa y Juan S. Millán.

Informes que siempre debieron ser así, como se desenvuelve la vida siempre, con aciertos, con errores, olvidos, omisiones y fallas, así como un nuevo replanteo obligado para la continuidad de la institución que encabeza, en este caso el gobierno de Sinaloa.

No, ¿pero cuando el gobernador va a reconocer errores? O ¿como va a reconocer errores? Y mucho menos ¿cómo va a reconocer ineptitudes si sus funcionarios son los mas capaces? ¡Imposible!

Si, imposible, para aquellos que se creen infalibles, que piensan que son, como dicen los plebes “la última coca del desierto”, o peor, que piensan que son “los salvadores de la patria” y se sienten infalibles y casi santos.

Lamentablemente el gobierno de Rubén Rocha apunta a una autocracia que incluso, ni siquiera sabe como llegar a ella y solo aspira a ello. En fin.