columna jorge luis telles circular

= El sonado pleito entre Rafa Borbón y Jaime Valdez

 

= Golpe en la mesa: RVA se trajo a David López G.

 

= La intentona por parte de algunos periodistas locales

 

= El contundente posicionamiento de Juan S. Millán

 

Horas después del “destape” del ingeniero Renato Vega Alvarado como candidato del PRI al gobierno del Estado – mayo de 1992 -, Jaime Leopoldo Valdez se descolgó a Culiacán para allanarle el camino en cuanto a medios de comunicación corresponde. Jaime no tuvo problema alguno en el cumplimiento de su misión. En lo general, mantenía una muy buena relación con el gremio periodístico en general y con algunos columnistas políticos, en particular.

 

De acuerdo con la praxis política de aquellos tiempos, se dio por hecho, entonces, que Jaime Leopoldo fungiría como jefe de prensa del candidato y llegado el momento, como coordinador de comunicación social del gobierno de Sinaloa.

 

Bajo esta circunstancia, el ungido arribó a Culiacán el 5 de mayo de 1992, a eso de las 10 de la noche, en el último vuelo del día de AeroMéxico, procedente de la capital del país. Y cuando Renato apareció sobre la escalerilla del avión, el aeropuerto federal de Bachigualato se convirtió en un verdadero caos: las huestes priistas, ahí congregadas, rompieron todos los cordones de seguridad y se abalanzaron sobre la nave, en un desesperado intento de ser los primeros en saludar al futuro gobernador de la entidad y de presentarle, por supuesto, sus correspondientes parabienes.

 

En tal situación, Vega Alvarado se quedó varado a media escalerilla, porque allá abajo aquello era un auténtico pandemónium. Detrás de él, en las mismas condiciones, el ingeniero Rafael Borbón Ramos, empresario radiofónico y especialista en medios electrónicos de comunicación.

 

Los minutos transcurrían con lentitud. Hacía calor a pesar de la hora y el candidato, sin poder moverse, ni hacia arriba ni para abajo, comenzó a sudar copiosamente y a transpirar a través de su sobrio traje oscuro. Su sonrisa inicial se transformó en una mueca de enfado y después en un gesto de abierta contrariedad. De hecho, todos los pasajeros seguían en el interior del avión.

 

En silencio, con los ojos, Renato clamaba ayuda hasta que la dirigencia del PRI-Estatal (encabezada por Fernando Díaz de la Vega) se vio obligado a solicitar el auxilio de la fuerza de seguridad de la terminal, para someter al orden a los desbordados priistas, a quienes invitaron a conformar una valla a través de la que caminó el candidato, hasta llegar al vehículo que ya lo esperaba, fuera del aeropuerto, para trasladarse a otro punto de la ciudad. A su lado, Rafael Borbón.

 

Sucedió que entre el arribo de Renato Vega a Culiacán y el inicio de su campaña política, Jaime Valdez desarrolló las labores propias de un jefe de prensa; pero cuando el candidato anunció la conformación de su equipo de campaña, fue Borbón Ramos el que apareció como su coordinador de comunicación social, en tanto que a Jaime se le asignaron funciones ligadas al área de relaciones públicas y otras actividades similares, en un acuerdo que sorprendió a los medios informativos de toda la entidad.

 

Valdez sostenía sus buenos nexos con importantes comunicadores de la capital del Estado, de tal modo que por ahí se abrió un frente natural contra Borbón, que obstaculizó abiertamente su responsabilidad como titular de comunicación del candidato y que enrareció el ambiente al interior de su equipo de campaña.

 

Y bueno, con el paso de las semanas, que luego se convirtieron en meses, la relación entre Borbón y Jaime Leopoldo se crispó de tal modo, que degeneró en un violento intercambio de golpes un día de esos, en la propia sede de la campaña de Renato. Aparentemente ninguno sufrió daño, excepto el que le provocaron al candidato, quién se vio obligado al clásico golpe sobre la mesa para poner orden al interior de su equipo de colaboradores, ya con la jornada electoral a la vuelta de la esquina.

 

Así las cosas, por algunos días, tanto el uno como el otro pasaron por el proceso de la congeladora; sin embargo, ya hacia finales de la cruzada político-electoral, apareció Jaime como responsable de los medios de prensa escrita, en tanto que a Rafael se le asignaron los de radio y televisión, en lo que parecía una solución salomónica del propio candidato.

 

De cualquier modo, Rafael Borbón y Jaime Leopoldo Valdez quedaron muy lastimados ante el candidato y muy mermados ante los medios de comunicación en general, de tal modo que comenzó a especularse – lo que era cierto – que el ya candidato ganador de la elección, Renato Vega Alvarado buscaba, en la ciudad de México, a la persona idónea para ocupar la titularidad de comunicación social de su gobierno, ya muy cerca de su inicio.

 

Repentinamente, esta situación involucró a los distintos grupos de periodistas del Estado, cuyos principales exponentes, comenzaron a movilizarse al interior de las corrientes más cercanas al candidato, en búsqueda de apoyo para lograr la posición para uno de los suyos y las relaciones entre ellos se tornaron álgidas, aun dentro de los obligados parámetros de la discreción.

 

Renato, sin embargo, ya tenía su gallo:

 

David López Gutiérrez, quien ocupaba un cargo similar en el gobierno del Estado de México, con Emilio Chuayffet Chemor.

 

En efecto, el gobernador electo de Sinaloa acordó traerse a David López en calidad de préstamo por espacio de un año, en lo que Renato procesaba una decisión aplicable al resto de su sexenio. Para entonces, ya López Gutiérrez cimentaba una sólida carrera en el centro del país y asumía el liderazgo del grupo político llamado “Chilorio Power”, del cual formaban parte: Heriberto Galindo, Héctor Lie Verduzco, Florentino Camacho, Regino López Acosta y algunos otros que mantenían un férreo control político en toda la franja del valle del Evora.

 

El acuerdo implicó la designación de otro guamuchilense en comunicación social de EdoMex y López Gutiérrez hizo su arribo a Sinaloa en el curso de la segunda quincena de diciembre de 1992, para entrar en funciones el primero de enero del año siguiente, ajeno a las reacciones provocadas por su designación.

 

-0-

 

Bien.

 

Dadas estas condiciones, lo más bravo y político del periodismo sinaloense se quedó solo con los buenos deseos: de nueva cuenta, un ajeno al gremio local sería responsable del área de comunicación social del nuevo gobernador. Ignacio Lara Herrera, de Zacatecas, lo había sido con Francisco Labastida Ochoa y Cuitláhuac Rojo Robles, de Mazatlán, de Antonio Toledo Corro.

 

Rafael Borbón volvió a lo suyo, al negocio de la radio y Jaime Valdez declinó a una oferta para asumir la representación del gobierno del Estado en la ciudad de México, a pesar de que el ofrecimiento – a través de Marco Antonio Fox Cruz (ya con nombramiento de secretario de Finanzas) – incluía proporcionarle nivel de subsecretario del despacho, todos los privilegios incluidos.

 

Y conforme al convenio original, David López se regresó a la ciudad de México, para seguir en el equipo de Chuayffet Chemor, un año y tres meses después de iniciada la administración gubernamental de Renato Vega Alvarado. Así estaba pactado. Así sucedió irremediablemente.

 

El propio David, sin embargo, le aligeró la carga al gobernador, al proponerle el nombre de su sucesor: Eduardo Aispuro Beltrán, quien fungía como su director de información.

 

Y así, con Aispuro, se la navegó Renato, hasta la conclusión de su mandato gubernamental.

 

-0-

 

Y bueno.

 

La rebatinga entre los viejos periodistas sinaloenses, en la coyuntura de una posición deseada, soñada y anhelada por muchos, no pasó inadvertida para los círculos políticos en general. Antes bien fue tema por muchos días, antes del golpe de timón del entonces gobernador electo, que se tradujo en el nombramiento en favor de David López Gutiérrez.

 

Precisamente, por aquellos días, en una plática en sus oficinas de la Federación de Trabajadores de Sinaloa, el entonces secretario general Juan S. Millán (diputado federal), me comentó, entre sarcástico e irónico:

 

-Si yo algún día, algún día, llego a ser gobernador de Sinaloa, lo último que haría sería poner en la coordinación de comunicación social a uno de ustedes.

 

Y remató:

 

-Capaz que se sacan los ojos entre ustedes ¡cabrones…!

 

Y si: Juan S. Millán asumió la gubernatura de nuestro Estado, el primero de enero de 1999 y nombró a una mujer – por vez primera en la historia política de Sinaloa – como titular del área de comunicación social: Rosa del Carmen Lizárraga.

 

Y Rosy, dicho sea de paso, inició también una consistente carrera, que continuó como responsable de la unidad de transparencia del gobierno del Estado (ya con Jesús Aguilar Padilla) y luego como presidenta de la Comisión Estatal de Acceso a la Información Pública de Sinaloa, de la que aún forma parte en la actualidad.

 

Hasta aquí con esta historia.

 

Son suyos los comentarios, amigo lector.

-0-