= Encuentro o confrontación con delincuentes
= “Jamás me he reunido con jefes del narco”: RRM
= Confía el gobernador en lograr la pacificación
= Sequía, otro grave problema a enfrentar
= “Un pico en la situación de violencia”: Feliciano
Las declaraciones tempraneras del gobernador Rubén Rocha Moya en torno a la celebración de “encuentros entre grupos criminales y gobierno” -en la ciudad de México, poco antes del inicio de la reunión sobre “Acuerdo Nacional por el Derecho Humano al Agua y Sustentabilidad” encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum – levantaron inmediata polvareda en los medios periodísticos nacionales; sin embargo era muy claro que estaban absolutamente fuera de contexto.
Inadmisible, en efecto, un señalamiento en tal dirección, menos en boca de un gobernador y mucho menos de la autoridad máxima de una entidad federativa cuya situación de inseguridad es de altibajos; pero que se mantiene en el umbral de lo complicado, cuando ya vamos sobre el tercer mes de crisis en Sinaloa.
Rocha Moya se refirió a encuentros entre los mismos grupos criminales y con el gobierno, lo que se interpretó como reuniones delincuencia organizada-autoridades, en un intento desesperado por lograr la pacificación del Estado.
Encuentros, en efecto, es un sinónimo de enfrentamientos -al menos en los ámbitos deportivos – y esa era la intención de las palabras del gobernador, lo que lo llevó, incluso, a aceptar una entrevista telefónica con el periodista Joaquín López Dóriga (su crítico persistente) para poner en claro la situación.
Así, a la conclusión del acto presidido por la doctora Sheinbaum Pardo, Rocha Moya negó categóricamente “eventuales encuentros entre autoridades y grupos armados o bandas delincuenciales”; por el contrario, “lo que ha habido son enfrentamientos y confrontaciones entre las corporaciones de seguridad y los grupos del crimen organizado, independientemente de la facción de que formen parte”.
En el mismo sentido, Rocha Moya le aseguró a López Dóriga, de manera tajante, que “jamás me he reunido con los jefes del narco” y acotó que en el caso concreto del acontecimiento del 25 de julio próximo pasado, en Huertos del Pedregal -recordado por el secuestro de Ismael Zambada y el crimen de Héctor Melesio Cuén Ojeda – “nunca fui invitado”, ni tampoco “tuve conocimiento de esa reunión, ni mucho menos de los asuntos a tratar”.
Cierto, es aceptable una confusión de este tipo entre el transmisor y el receptor del mensaje ante la diversidad del significado de las palabras, como es inadmisible una declaración de esta índole de parte del jefe del despacho del Ejecutivo en Sinaloa.
Por eso, oportuna su aclaración y también su precisión. El asunto ya pintaba para convertirse en una bomba a nivel nacional.
Así de fácil.
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Por cierto.
La relevancia del tema a tratar entre la presidenta Sheinbaum y los gobernadores de los estados de nuestro país, es lo que llevó al gobernador Rocha a la ciudad de México, a sabiendas de que se perfilaba una noche complicada para nuestra ciudad capital: el Acuerdo Nacional por el Derecho Humano al Agua y la Sustentabilidad.
Y es que, tan pronto amaine aquí el problema de la inseguridad -que tendrá que suceder en un momento dado – el gobierno del Estado deberá hacerle frente a otro, no menos grave que el citado: la severa sequía que padece la entidad.
En efecto, el almacenamiento actual de nuestras presas es ya de un 24 por ciento, con respecto a su capacidad de conservación. El agua apenas y si alcanza para lograr el 50 por ciento de la producción de alimentos (en relación a la estadística del 2023) y para abril o mayo tendremos problemas de abasto de agua, incluso para el consumo humano.
Así de tétrico está el asunto.
Actualmente estamos tan hundidos en la preocupación que genera la inseguridad, que no hemos tenido tiempo de asustarnos con el fantasma de la sequía; pero estamos ante una realidad inocultable y todavía peor: con escasas o nulas posibilidades de lluvias invernales.
De eso se trató precisamente esta reunión, cuyos participantes acordaron la aplicación de tres ejes fundamentales:
01.- Atención inmediata a la problemática, que afecta ya a 35 millones de mexicanos, particularmente en estados como los del Norte, que se distinguen por su abundante producción de alimentos.
02.- Gestiones eficaces para un manejo adecuado del líquido.
Y:
03.- Incentivar el tratamiento de las aguas y garantizar una mejor distribución, acorde a las necesidades de cada región del país.
Razonables los objetivos; falta saber el camino que llevará a su cumplimiento.
Subrayar, finalmente, que el discurso central -además del de la presidenta – estuvo a cargo de una sinaloense: Mariana Baca Rodríguez, presidenta del Módulo Santa Rita, correspondiente al distrito de riego 75 de nuestro Estado.
Informados.
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Y bien.
De regreso al tema de la inseguridad, un preocupado Feliciano Castro Meléndrez, secretario general de Gobierno, se refirió a los violentos hechos de la noche del domingo 24 y la mañana del lunes 25 “como un pico en la situación de inseguridad, que genera justificadamente la zozobra y la inquietud de la sociedad en general”.
Esto, en el marco de la conferencia sobre el tema -que tiene lugar todos los días de la semana, incluso viernes y sábado – en cuyo desarrollo Feliciano insistió en defender su teoría acerca de que, de cualquier modo, la gente debe conservar en propiedad los espacios públicos, toda vez que son de la ciudadanía, de las familias, de la comunidad y de nadie más.
En otras palabras, un nuevo llamado a la normalidad: con los jefes de familia, en sus centros de trabajo; niños en las escuelas; jóvenes en las universidades y centros de entretenimiento. A mantener el control de la calle, concretamente.
El gobierno, a su vez, sostendrá el compromiso de hacer uso de toda su fuerza, generada por Estado y Federación, para ganar finalmente la batalla y propiciar un regreso gradual pero sostenido de la seguridad, la certidumbre y la tranquilidad a nuestro Estado.
Nada fácil, por cierto. Ni una cosa ni la otra; pero a estas alturas ya no son muchas las opciones.
En fin.
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