-A todo hay que entrarle; es parte de nuestra obligación
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Hablar tres idiomas, además del materno, gran requisito
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Hay que conocer historia, arte, cultura y algo más
(Segunda de dos partes)
Por : Jorge Luis Telles Salazar
El trayecto entre Frankfurt y Praga se cubre al máximo de la velocidad que permite la Unión Europea para el tránsito a lo largo y ancho de su imponente red de carreteras: a 90 kilómetros por hora, con descanso obligatorio de 30 minutos cada 3 horas. Mientras, sigue la plática con José, nuestro guía, a bordo del Auto Car al tiempo que nos aproximamos a la frontera entre Alemania y la República Checa. Con más de una semana de viaje por el viejo continente la cocina mexicana es lo que más se extraña. José lo sabe muy bien.
Y por eso, sugiere:
-En la frontera hay un restaurant típico muy bueno. Te recomiendo la Sopa Gulash (así es como entendí). Es un caldo de carne, espeso y condimentado. Lo más cercano a un platillo mexicano, que llaman barbacoa. Pídelo. Te va a encantar. Solo señálalo en el menú y con eso será suficiente. Los checos no son muy amigables, que digamos y su idioma es muy complicado; solo lo entienden ellos. Digo, por si se te ocurre intentar hablar checo. Incluso, no intentes pagar nada en euros porque lo pueden tomar como una ofensa.
“Por cierto no pretendas socializar, de plano”, insiste nuestro personaje, mientras observamos, por la amplia ventanilla, al lado derecho, un paisaje muy familiar en casi toda Europa: miles de molinos de energía eólica, con la que complementan allá la electricidad que producen para sus actividades habituales, a través de los sistemas convencionales.
- Les tocó suerte – retoma la conversación, cuando ni siquiera hemos formulado la primera pregunta -: hace un mes, todo esto era una sábana blanca, cubierta de nieve. Yo sé que tienen mucho frío. ¡Qué bueno que no vinieron cuatro semanas atrás! El clima era paralizante. (Como información adicional, el viaje se realizaba a finales de enero de 2008, todavía en plena estación de invierno para la Europa Central).
LA COMUNIDAD EUROPEA -
Aquí, en las naciones que forman parte de la Comunidad Económica Europea, las visas han pasado a la historia y el pasaporte solo lo solicitan al ingresar al primer país del bloque a visitar y a veces ni eso. En la República Checa, como en Hungría, todavía utilizan su moneda original: las coronas y los florines. Su economía aún no es lo suficientemente solida como para la circulación del “euro”; pero están en el mercomún y las fronteras ya están abiertas, de todos modos. Los europeos pueden entrar y salir a los diferentes territorios de la zona, sin ningún contratiempo y ustedes, los visitantes, también.
“Todavía poco tiempo atrás – ejemplifica José - cruzar la frontera de la República Checa, era una verdadera odisea, si antes no te detenían los militares para una revisión a profundidad. Afortunadamente esto ya cambió. Esto estimula el turismo; empuja la economía de los países del Este y a nosotros nos facilita nuestro trabajo.
El guía hace una pausa, como para tomar algo de aire y esto permite que, al fin, le preguntemos:
- ¿José? ¿Por qué José? En estos días que llevamos de viaje, hemos conocido otros José, también guías de turistas. ¿Acaso es un nombre para su identificación gremial o en verdad se llaman así?
Sonríe con generosidad y contesta:
- ¡Hombre! Es que la mayoría somos españoles (también hay algunos sudamericanos, nacionalizados, que trabajan en lo mismo) y en toda familia de mi patria que presuma de decente, hay por lo menos un José, en honor al jefe de la Sagrada Familia, que tiene en Barcelona su principal templo a nivel mundial. Recuerda que se trata de una de las naciones más católicas de la tierra. Te decía: en toda familia española hay uno o varios “Josés” y por lo menos un sacerdote, un matador de toros y ¡un guía de turistas! Ese soy yo.
En tanto, el moderno ómnibus devora las distancias. Nuestros compañeros de viaje hacen lo que más les gusta (“parecen españoles”, acota José): dormir. Dormir profundamente entre un tramo y otro para recuperar energías perdidas. Hacen caso omiso a las explicaciones de nuestro guía. Viajar, en grupo, es cansado, aunque usted no lo crea. Uno se va tarde a la cama para aprovechar el día al máximo y se levanta de madrugada, para seguir con el itinerario. El paisaje es típico del invierno europeo: campos quemados por el hielo, árboles secos y al fondo, montañas pintadas de blanco por la nieve. Afuera el frío cala hasta los huesos. El ómnibus sigue su camino.
-Por todo lo que te he escuchado a lo largo del viaje, pareces un hombre culto ¿lo eres en realidad? – le pregunto.
- Bueno. No lo sabemos todo; pero si estamos obligados a conocer un mucho de todo, en forma especial en lo que hace a historia y cultura europea. Y cuando algo no lo sabemos ¡pues lo inventamos! Pero solo en ese momento. A nuestro regreso a España tenemos que investigarlo, para no incurrir en fantasías que puedan desprestigiar nuestro trabajo y a nuestra compañía. Por lo general, estamos capacitados para disipar todas las dudas de los visitantes, que normalmente tienen las mismas preguntas, cuyas respuestas repetimos una y otra vez. Yo estoy aquí ahora. Estuve aquí hace cosa de un mes y volveré el mes entrante. Esa es nuestra rutina. Dejo en tus manos la definición de si soy un hombre culto o un charlatán.
- O sea: regresas a Madrid y al siguiente día vienes nuevamente de regreso a estos rumbos – observé.
- Bueno. No tanto. En la temporada alta de turismo, hacemos el circuito en tres semanas. Lo concluimos y volvemos a Madrid por avión. Tomamos una semana de descanso y al término de la misma tenemos un nuevo llamado de la operadora. En época baja, sin embargo, podemos pasar varias semanas sin trabajo y esto es en verdad terrible, porque no percibimos salario alguno. Laboramos bajo contrato. No hay trabajo, no hay paga. Así de fácil. Nuestras percepciones son más que decorosas. Son buenas; pero el dinero ganado se esfuma como la niebla al sol, cuando estamos en nuestras casas.
- Sin embargo, tengo entendido que aquí hay turismo todo el tiempo ¿no?
- Sí, claro; pero también somos muchos los que trabajamos en la industria del turismo y pues es como todo: hay que buscar ser siempre el mejor, para aspirar a mejores oportunidades.
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LO MINIMO QUE UN BUEN GUIA DE TURISTAS DEBE SABER-
- ¿Son muchas las cualidades? ¿Muchos los requisitos?
- Para comenzar, tienes que tener vocación para esto, que es lo menos difícil porque a todos nos gusta viajar. Hay que contar con un grado profesional y hablar, por lo menos, tres idiomas, además del español: francés, inglés y alemán. Y otros que vienen por si solos: como el italiano y el portugués, a los que solo hay que captarle la entonación para entenderlos. El alemán es uno de los más útiles. Te puede servir también en Austria, Hungría, Checoslovaquia y en casi todos los países de la Europa central. Además de las lenguas, hay que estudiar mucha historia y mucha cultura, para poder atender las demandas de los turistas. Europa es inmensamente rica en ambos renglones y cada país, por más pequeño o cercano al otro, como Bélgica y Holanda, por ejemplo, tienen su propia cultura y su propia historia. Y cuidado con entrar en confusiones, porque te puede costar la chamba.
Cruzamos sobre lo que después de la segunda guerra mundial fue la Alemania Oriental, tras la caída del ignominioso Muro de Berlín. A partir del 03 de octubre de 1990, las dos Alemanias se fusionaron en una sola, bajo un solo gobierno, un himno y una patria. Ya han transcurrido casi 20 años (este trabajo se origina en 2008) y las diferencias se han acortado considerablemente. Desde la ventanilla del Autocar, se aprecian escenarios similares.-
- Observo tu trabajo y veo que no es fácil. A su conocimiento y capacidad yo agregaría mucha paciencia para soportar nuestra ignorancia, nuestras impertinencias y también nuestro desordenado estilo de vida. Veo como nos aguantan. Como se preocupan por nosotros. Como nos aconsejan para que nos rinda más el dinero y sobre todo como nos apuran para que no nos extraviemos; para que estemos a tiempo a la partida del ómnibus y en suma: para que podamos disfrutar de nuestras vacaciones de la mejor manera posible – interactúo.
José hace un gesto de aprobación a nuestro comentario; sonríe con discreción y puntualiza:
- Tienes mucha razón en lo que dices; pero ojalá solo fuera eso. Un guía de turista, que se precie de serlo, tiene que ser un poco abogado, para atender un problema muy común en los grupos, como lo es el extravío de una visa o un pasaporte, además de un eventual conflicto legal; un poco de médico, para apoyar al visitante en caso de enfermedades menores como las estomacales, que son las más frecuentes o los resfriados y un poco de diplomático o de agente de viajes, para apoyar a quien, por alguna razón, se ve forzado a interrumpir sus vacaciones para regresar de inmediato a su país. Un ejemplo clásico: las llamadas a medianoche o en la madrugada a nuestra habitación porque alguien se sintió mal y requiere ayuda médica urgente. Tenemos que atender el llamado y al rato estar de pie, para seguir con el circuito. Es nuestra obligación.
Subraya:
-Además también requerimos de algo de psicología. A veces, lamentablemente, llegan malas noticias de su país para los turistas y hay que darles algo de apoyo emocional o de orientarlos, de plano, si deciden regresar a su tierra. No es lo más recomendable porque no solo pierden lo que ya gastaron de dinero sino que se ven obligados a comprar pasajes aéreos con un costo tres veces superior sobre el precio original. Cuando necesariamente tienen que volver a casa, pues ni hablar. Viajar también tiene sus riesgos.
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RECOMENDACIONES BASICAS PARA EL TURISTA INTERNACIONAL –
-Veo que cada parada, cada mañana, hay turistas que demoran la salida del grupo porque se levantaron tarde, no tomaron su desayuno o tardaron por alguna razón. En cuanto a ustedes ¿Qué es lo que procede?
-La tolerancia es la habitual: 15, 20 minutos. Si falta alguien del grupo, llamamos a su habitación; lo voceamos o lo buscamos entre sus compañeros de viaje. Si no aparece, por respeto al resto del grupo, tenemos que partir. Para eso hay recomendaciones: tener a la mano, invariablemente, el itinerario del día, cuando vamos a otra ciudad y obtener una tarjeta del hotel en el que nos hemos hospedado, para familiarizarnos con su nombre y dirección. Así, si alguien se nos pierde en alguna ciudad, puede regresar al hotel sin problemas y esperarnos ahí. Si vamos a otra, lo mismo: hacer el tramo por su cuenta y reencontrarnos en el siguiente destino. Habrá un desembolso no previsto; pero será resultado de su desacato a las reglas – refiere.
Y puntualiza:
-No pasa mucho porque se cuida el punto; pero pasa. Tragedia, que también pasa, cuando te pierdes en una ciudad y no conoces ni nombre, ni ubicación del hotel. También pasa.
Quedan muchas cosas pendientes; pero aquí le ponemos punto final a nuestra entrevista con José, un guía de turistas de alto rango profesional, que conoce su negocio. Nos expresó puntos de vista generales y otros muy particulares. Y sin quererlo, nos dio también una guía básica para el turista en el continente europeo.
Ya estamos en la República Checa, cerca de Praga, para disfrutar el platillo recomendado: la sopa Gulash.
-Gracias José, un placer.
-El placer ha sido todo mío, amigo. ¡Viva México!