El crecimiento económico, bajo el neoliberalismo,
se ha asemejado, al vuelo de la gallina: corto y a ras de tierra.
Arturo Guillén
A casi dos meses de iniciado el Gobierno de Rocha Moya el balance es positivo. Y lo es a pesar de los yerros que saltan desde algunas presidencias municipales, que exhiben un mal protagonismo y dejan en entredicho las bondades de la filosofía de la Cuarta Transformación, que debiera ser el vértice de los gobiernos electos bajo la bandera y principios de Morena. La agenda propuesta desde el primer momento no está mal: los familiares con desaparecidos, desplazados, trabajadores de la salud sin base, maestros aspirantes a una plaza, han sido escuchados y tienen propuestas de solución.
Pero para una verdadera transformación no basta la voluntad de quien tiene las riendas del gobierno, pues cambiar las cosas, que implica una nueva visión sobre la producción de riqueza y su distribución más justa entre los que concurren al proceso productivo, una orientación social del presupuesto de egresos que vaya encaminado a disminuir la pobreza y la desigualdad social y acercar el acceso efectivo de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales a las mujeres y hombres más vulnerables, efectivamente no basta una buena voluntad; se requiere establecer una base jurídica aceptada por todos y la movilización social: una Constitución Política que responda a esta nueva etapa y la acción organizada de todos los actores sociales.
El febrero la Constitución Política Nacional cumplirá 105 años y la Constitución Política Local cumplirá su centenario el próximo marzo. Cien años después los sinaloenses somos una sociedad con otro rostro y otro cuerpo, también con otras necesidades y exigencias. Y con aspiraciones de justicia social renovadas. Los anhelos expresados en las urnas en 2018 y reiterados el pasado mes de junio en Sinaloa, no esperan sólo reparaciones al edificio social maltrecho que tenemos, exigen cambios profundos a las estructuras económicas, políticas, sociales, culturales y ambientales, que se han ido deformando con el paso del tiempo y el peso de intereses creados. A tiempo está Rocha Moya de convocar a un Constituyente.
Hace unas semanas, el Gobernador participó en una cumbre de mandatarios de Sonora, las Bajas y Nayarit. Allí anunciaron el acuerdo de impulsar coordinadamente el desarrollo del noroeste del país. Lo que implica un verdadero reto no sólo para la relación comercial hacia el exterior, sino la atención al Golfo que tenemos en común y los recursos que contamos en tierra firme. Ojalá que ese proyecto pueda concretarse y que siente las bases que garanticen un crecimiento económico por encima de la media nacional, que genere empleos decentes y comparta beneficios hacia la sociedad.
Nuestra economía fue orientada hacia la exportación por los neoliberales y la pandemia (luego de infinidad de tropiezos) nos llama la atención hacia la vida económica interna, cuyo abandono nos ha constado mucho en vidas y tragedias económicas. Es hora de que los apoyos a la agricultura, a la ganadería y a la pesca respondan al modelo de desarrollo con justicia social y a la autosuficiencia y soberanía alimentaria.
Y como los problemas de seguridad marchan paralelos y muy ligados a la economía, será una materia que no puede ser descuidada en ningún momento. Hay un buen arranque al crear la Universidad de la Policía, para la formación de agentes de todas las corporaciones, pero hay vacíos en la legislación que no permiten un control efectivo del quehacer policial por parte de la autoridad, del Congreso y de la sociedad. Sin rendición de cuentas y sin vigilancia social el trabajo de las policías se queda a medio camino.
No lo es todo, pues la aparición de Ómicron sin que se hayan ido Delta y otras variantes de Covid-19, vuelve a encender los focos rojos en materia de salud. Somos especiales, pues habiendo exagerado en algunas medidas administrativas desde algunos ayuntamientos, hoy se peca de liberalidad ante los riesgos que entraña esta fase de la pandemia. Tenemos ya casos de Ómicron en Sinaloa. La OMS está recomendando suspender celebraciones de navidad ante dichos riesgos. Pero los estadios siguen abiertos, tenemos verbenas y posadas a granel. El aprendizaje nuestro de 22 meses en materia de pandemia sigue presentando deficiencias muy lamentables.
Otro problema que debemos anotar en la agenda de 2022 es cómo integrar los pueblos originarios al desarrollo en Sinaloa. Y me refiero no sólo a los yoremes mayos, rarámuris, tarámaris, tepehuanes y mexicaneros, que viven en nuestro estado desde hace siglos, pues mal haríamos en excluir a todas las etnias que, desde los estados del sur del país, llegan a generar riqueza como jornaleros y que se han avecindado crecientemente desde hace varias décadas. Este es un verdadero reto y mostrará el rostro humano de Sinaloa. Feliz navidad para todos. Vale.
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