columna oscarLa violencia es un huracán cuyo ojo se ha estacionado

indefinidamente en Culiacán.

Laura Guzmán/ CANIRAC

 

Iniciamos la quinta semana en que violencia y pérdidas es el binomio que se impone en nuestras vidas. En este mes y días difíciles el comportamiento de grupos violentos nos ha obligado a cambiar de hábitos y activar todas las alarmas en torno al cuidado propio y al del círculo familiar. Tanto significado tiene que la afectación tocó las puertas de comercios, restaurantes, escuelas, centros nocturnos y los espacios públicos que normalmente disfrutamos en familia. El confinamiento en nuestras casas dibujó muchos de los días anteriores, dejando mal heridas las actividades que le dan vida a la economía y oxígeno a la dinámica cívica y social. No podemos dejar de lado que las fiestas patrias se cancelaron y que la verbena del aniversario de la ciudad de Culiacán se quedó en un malogrado intento.

 

Mientras escribo esta columna un helicóptero del Ejército Mexicano sobrevuela la ciudad de Culiacán desplegando una enorme bandera blanca, lo que suscitó comentarios de diferentes órdenes. Los niños fueron muy expresivos en ello. No faltaron quienes opinaban que esa bandera de tono albo era el símbolo de rendición en medio de esta ola de violencia, otros más centrados en el contenido afirmaron que en dicha acción se convocaba a la población de Culiacán a construir la paz. Como quiera que haya sido observar el gigantesco emblema níveo inspiró esperanza en que mejores tiempos están por llegar. Los mandos de las Fuerzas Armadas no tardaron en aclarar que aquello fue un ensayo preparando su participación para el día de la inauguración de la Liga Mexicana del Pacífico de beisbol, en que se desplegará nuestro Lábaro Patrio. Sin ver el fondo de la justificación el espectáculo nos dejó un buen sabor de boca.

 

Los días miércoles 9 y jueves 10 del presente, justo al cumplirse el mes de la ola de violencia, una comisión de la sociedad civil estuvimos en la Ciudad de México para dar a conocer el punto de vista de los diversos sectores sociales en torno al huracán violento que visitó Culiacán: es renuente en alejarse de este bello rincón del país, pues su horrible ojo no se ha movido un jeme de nuestra capital, como lo ha manifestado la señora Laura Guzmán. En esa jornada de dos días Laura de Canirac, Miguel Calderón Quevedo Coordinador del Consejo Estatal de Seguridad Pública y Oscar Loza de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, ofrecieron sendas conferencias de prensa a los medios de la Ciudad de México.

 

Los diálogos con la prensa escrita, digital y noticieros de TV fueron muy productivos. Culiacán es noticia fuerte e importante desde varias aristas que interesan a nivel nacional e internacional. La representante de Canirac fue muy puntual con los números que refieren el estado de la economía, en especial la del mundo de los negocios. La narrativa de los padecimientos que viven restauranteros y comerciantes es sencilla, directa y clara: las ventas se ubican entre el 30 y 50 por ciento de los que habitualmente se vendía. A partir del este mes de octubre el pago de salarios, del ISR, del ISN, están en riesgo. Urge la ayuda oficial.

 

Miguel Calderón dio una visión precisa de la realidad que en materia de seguridad hemos vivido desde el día 9 de septiembre. En su exposición toman cuerpo las acciones de los grupos violentos y los esfuerzos que, desde la Sedena, la Marina y de la Guardia Nacional despliegan para disuadir las acciones que ofenden a la sociedad.

 

Y en su discurso nunca olvidó en afirmar que el problema del huracán violento tiene solución. La fórmula para lograrlo reclama la participación de la autoridad y el concurso de la sociedad. En esas apasionadas participaciones llamó la atención de los padecimientos de las poblaciones que están sufriendo desabasto como Cosalá, Elota, ElDorado, entre muchas otras. A un servidor le tocó hablar sobre lo que atañe ver en materia de derechos humanos, empezando por las pérdidas en los renglones de homicidios, desapariciones, desplazados por razones de violencia y el daño moral en que queda la población.

 

Cuando estas líneas se escriben nos llega la noticia de que un apoyo oficial por el monto de 100 millones de pesos está disponible ya para auxiliar a las MiPymes y que ya se gestionan otros 140 millones. Esperemos que la cobija alcance para negocios tan minúsculos como los puestos de vendedores ambulantes. Lo necesitan tanto como el aire que respiran. También esperamos que el llamado que se planteó a la presidenta Claudia Sheinbaum y la Secretaría de Hacienda, todo en materia hacendaria, tenga la debida respuesta.

 

La comisión de la sociedad civil tuvo la fortuna de conformar un discurso coincidente: lo planteado en las aristas económicas, de seguridad y en materia de derechos humanos, son complementarias y le dan todo un sentido a las preocupaciones expuestas y a las conclusiones que bien aterrizan con propuestas muy concretas. No hay ninguna de ellas que vaya y choque con la autoridad, aunque no falten las críticas por las omisiones que puedan advertirse. Hay optimismo en todo lo expuesto, sobre todo en las conclusiones: es posible una solución. Cuando se habla de la imprescindible participación social se plantea la apertura de un debate público sobre el problema de la violencia y de todos los campos que tienen vasos comunicantes con ella. El debate ayudará a dimensionar el problema y aportará propuestas de solución. Ojalá que el Estado mexicano y el Gobernador de Sinaloa implementen de inmediato la mesa de diálogo propuesta. Vale.

 

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