Este lugar donde los ojos se dilatan.
Pablo Antonio Cuadra
Una marcha que refresca una sentida demanda popular. Esa fue la manifestación que partió del kiosko de la Plazuela Obregón hasta el Congreso del Estado. Solicitantes de un lote para construir su vivienda venidos de Los Mochis, Guasave y del asentamiento Valle del Agua de la ciudad de Culiacán, así como vecinos de la comunidad El Tamarindo de este municipio, marcharon por las calles céntricas de la capital con sendas lonas en las que destacan el derecho humano a una vivienda y la conmemoración del primer aniversario de la Coordinadora Estatal que ha dado vida a este trascendente movimiento de Los Sin Casa.
Fue admirable ver como muchas mujeres y hombres de la tercera edad, a quienes se les había pedido que no marcharan a pie y acudieran al Congreso del Estado en sus respectivos camiones, prefirieron recorrer las calles del centro de Culiacán y luego caminar el viejo malecón que desemboca en la Cámara de Diputados, con un sol que sí calaba a pesar del suave saludo de un aire que primero pasó por las riberas de la conjunción de los ríos Humaya y Tamazula. La columna mejoró su estado de ánimo al ver que junto al Puente Negro nos esperaba un grupo de solicitantes de reservas territoriales que llegaron de Guasave.
¿Por qué los guasavenses no llegaron hasta Catedral? Pues nos explicaron que, en la cita de las tierras del Río Petatlán, llegó un número mayor al convocado y de último momento hubo que rentar otro camión. Esa fue la razón del retraso y reconozcamos: ese es el ánimo de lucha que hay entre las familias que no tienen ingresos para hacerse de un crédito hipotecario para conseguir un techo para su núcleo familiar. El cuerpo de la marcha tomó una mejor presencia y mientras el sonido que encabezaba la columna de manifestantes informaba del objetivo de la marcha, no faltaron las consignas que al frente, en el centro y al final de los manifestantes, reiteraban la demanda de reservas territoriales y vivienda popular.
Las puertas del Congreso del Estado se abrieron para dar paso a la Coordinadora Estatal por el Derecho Humano a la vivienda y su contingente. El Salón de Usos Múltiples esperaba por el contingente de personas humildes que demandan un lote y las facilidades para pagarlo y construir su hogar en él. En manos de la Coordinadora iba una iniciativa de Ley para reformar y adicionar la Ley de Vivienda para el Estado de Sinaloa. La Comisión de Vivienda era la anfitriona esa mañana y esperaba en ese recinto del Congreso a los manifestantes. El ingeniero Antonio Ríos Rojo, secretario general de la Cámara, estuvo presente y pendiente de la buena marcha del evento.
Con un Salón totalmente lleno la presidenta de la Comisión de Vivienda, María Victoria Sánchez, inició el encuentro. Primero se entregó la iniciativa a la diputada Sánchez y enseguida nos da la bienvenida y se permite la exposición de motivos por parte de los autores de la iniciativa. Tomaron la palabra a nombre de la Coordinadora Sara Acela Galaviz, Miguel Ángel Gutiérrez, Noé Salvador Rodríguez, Heriberto Arias y Oscar Loza. En los discursos se dibujó la magnitud del problema de la vivienda en Sinaloa (un déficit de 432 mil casas habitación), la ausencia de reservas territoriales de los municipios y del Gobierno del Estado, el encarecimiento de las viviendas y la imposibilidad de acceder a créditos hipotecarios por las familias cuyos salarios no cruzan la frontera de los dos o tres salarios mínimos.
También se informó que en 2022 se formaron 15 mil 772 matrimonios en el estado y que, al menos de ese nivel, es el incremento anual de nuevas familias en el solar sinaloense. Todo ello sin contar las uniones matrimoniales de menores de edad y los “juyidos”, los que no requieren del visto bueno de un oficial del registro civil ni demandan la bendición de un cura. Con la clara presencia de estos números queda más nítida la dimensión del problema de vivienda, pues basta ver que, si en el presupuesto de egresos estatal sólo se asoma una tímida cifra de 25 millones de pesos para este renglón, el Congreso del estado se quedó muy lejos en los fondos que pueden aliviar el problema habitacional.
Sin contar el rezago histórico de las 432 mil viviendas y buscando tan solo seguir el ritmo de los matrimonios que se crean año por año, digamos que, al hablar de vivienda popular, si cada vivienda costara unos 250 mil pesos (en el mercado de la vivienda no existen esas ofertas), con un millón de pesos construiríamos cuatro casitas, muy neoliberales y minúsculas pero casitas al fin, y para aliviar en un 25 por ciento la demanda anual por nuevos matrimonios, se requiere de un renglón de mil millones de pesos. Una cifra tan lejana que la esperanza de cambio en la concepción de la vivienda y de sensibilidad ante los problemas centrales del estado, no alcanza a vislumbrar como concretable.
Aplaudimos la actitud de la diputada María Victoria, que emocionada a mitad de su discurso, dijo que suscribiría la iniciativa de Ley. Enhorabuena por la legisladora y por el movimiento que reivindica el Derecho Humano a la Vivienda. Esa actitud pone a nuestra iniciativa de Ley en mejores condiciones para que siga el proceso natural en materia legislativa. En esos momentos se expresó el compromiso de que en los siguientes días la Coordinadora Estatal sería convocada por la Comisión de Vivienda para analizar la multicitada iniciativa de Ley. Esperamos que así suceda y que cualquier observación o crítica a la misma se traduzca en una propuesta para perfeccionarla. Con la iniciativa de Ley cumplimos con una responsabilidad ciudadana y buscamos hacer una aportación en la concepción del problema de la vivienda y en medidas para su solución. Vale.
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X @Oscar_Loza