¿Es de extrañar entonces que lo que hay de arquitectónico
en un sistema científico sea al mismo tiempo lo que hay en él de belleza?
Ludovico Silva
Bajo la tentación de no dejar de lado cómo cerramos este complicado 2023 en materia de guerras y seguridad mundial, emergencia climática, crecimiento económico hispiado y la transformación de México que juran los nuevos abonados de MORENA que hasta ayer reivindicaban las prácticas que hundieron al país por casi 100 años. Bajo esa realidad provocadora, hago el espacio prometido para comentar la segunda parte de las lecturas de este año. Jorge Luis Borges, con sus cuentos completos, aparece en el número 26 de la lista. En la primera parte revive las historias de ladrones, jefes de bandas y mujeres que destacaron en actividades delictivas. Interesante la historia del juez Charles Lynch, que dará nombre a su inhumana práctica de impartir justicia ahorcando (linchando) a los acusados.
Luego llegó Javier Valdez. El Bato. RíoDoce editó un libro lleno de textos de quienes lo conocieron y trataron. Esas lágrimas convertidas en letras de molde y las fotografías son un verdadero homenaje a Javier. Quise continuar el tema y Leonides Alfaro Bedoya me resolvió el problema con su ¿Quién mató a Javier Valdez? Es una novela que transita por los recovecos que muchos conocemos de la vida de Javier y de los tumbos que su caso ha pasado después de la pérdida del periodista. De una visita relámpago a la librería México, muy cerca de la obra de Leonides estaba Pequeños combatientes, de la escritora argentina Raquel Robles. Los recuerdos de una infancia que conoció el dolor de la desaparición de familiares y de muchos contemporáneos está allí en una novela que estruja el corazón y el alma de dos generaciones.
Volví a Anatole France porque quise disfrutar la lectura de Thais, la cortesana. Tan intensa la vida de cada personaje que me atrajo mucho la fe y la entrega del ermitaño Pafnucio. Su santidad se condena por el único pecado cometido: enamorarse de la pecadora que redimió. Salvó a Thais para condenar irremediablemente su alma. La periodista Rosa María Ríos llegó un día con libros de Jorge Guillermo Cano Tiznado y comencé la tarea de devorarlos con Mensajes. Se quedan conmigo entre otras tallas narradas: Por qué escribir, La sombra de Fermín, Indio, El mensaje y Las piedras. Esta última la promoví al interior de la CDDHS por su alto nivel de imaginación.
Como a empujones se abrió espacio entre una larga lista de libros por leer Adiós, Hemingway, de Leonardo Padura. En la obra no sólo volvemos a los años vividos por el escritor en Cuba, hay pasajes que regresan a Hemingway a la Guerra Civil en España, a su obra Por quién doblan las campanas y al episodio en que muere ejecutado José Robles. John Dos Passos exigió una investigación sobre su asesinato, pero encontró en su amigo Hemingway que en la obra citada aparece Robles como traidor y es ejecutado. Eso fue motivo de distanciamiento entre los escritores. Y luego regreso a mi tema de vida: los derechos humanos. Tenamaxtle, ese personaje chichimeca, jefe de resistencia indígena en la Guerra del Mixtón, en lo que se llamó La Nueva Galicia, es ahora reivindicada su lucha como antecedente de los derechos humanos. Su afortunada coincidencia con Fray Bartolomé de las Casas lo vuelve ese personaje reivindicado.
Regreso con Jorge Guillermo Cano, Por el Foro de Trajano. Muchas de las correrías juveniles de Cano Tiznado allí sobreviven; pero hay una historia que conocimos muchos: la tragedia de don Margarito (adulto mayor y paletero de oficio), de la colonia Guadalupe Victoria, que muere acribillado por una multitud de policías.
Buscando nuestros orígenes me encuentro con Philip W. Powell. Su Árbol de odio busca explicar las campañas de desprestigio que jugaron Inglaterra, Países Bajos, Portugal, Francia y después Estados Unidos contra España. Interesante la comparación que resulta de la humanización de los sistemas jurídicos y la actitud ante el esclavismo. España resulta más progresista. Y cómo olvidar el Siglo de oro español. Juan Ruiz de Alarcón estaba allí silencioso, pero con un alfiler que pinchaba al acercarse reclamando relectura. El semejante a sí mismo, resulta un juego atractivo y de consecuencias contrarias a las buscadas por los protagonistas que no respetan los sentimientos de una mujer. Del mismo Juan Ruiz, Los favores del mundo y La crueldad por el honor. Obras de teatro que deben ser rescatadas.
Rómulo Gallegos tocó a mis puertas de nuevo con Canaima. El autor muestra su profundo conocimiento de las costumbres, sentires, dolores y sueños de su pueblo, en especial de las comunidades originarias. Siempre será grato combinar estas lecturas con las de personajes que empujan al mundo hacia derroteros más humanos: Marx y América Latina de José M. Arico resultó una buena experiencia por la lectura con ojos preocupados de los textos del Moro de Tréveris. Y buscando elegir libros se aparece Elenita Poniatowska con De noche vienes, ¿cómo resistirse al guiño de ojos de la autora de La Noche de Tlatelolco?
Hay un tema del que estamos ayunos y al que debemos muchos momentos de atención: a la presencia africana en Sinaloa. El doctor Rafael Valdez Aguilar me obsequió Sinaloa Negritud y olvido. Creo que le faltó un final contundente, pero los recuerdos sobre Estebanico, el mulato Évora, los 100 esclavos negros que llegaron con Nuño de Guzmán y los 300 traídos por Francisco de Ibarra y muchos otros datos son toda una provocación para profundizar en la materia. Mi continuación en el tema es Poesía negra de América, de José Luis González y Mónica Mansour. Stephany Mallarmé con sus Cartas sobre la poesía estuvo presente, así como La lista de invitados, de Lucy Foley. En reconocimiento a Mario Alvarado Montenegro, leí sus trabajos Homenaje a Chuy Andrade y la Rosa de Fierro (recuerdos de una amante del general Rodolfo Fierro). Y sigo leyendo Transiciones de la antigüedad al feudalismo, de Perry Anderson. Los cuentos de William Faulkner dan sentido a estos días de fin de año; así como la Guerra Chichimeca de Philip W. Powell. Vale.
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X @Oscar_Loza
