Como nunca, y como parte de un intenso debate democrático, los presidentes municipales expusieron ante los diputados cada quien su propuesta de ingresos para 2022, para que se las aprobaran, resultando un ejercicio republicano muy enaltecedor, aún con el zipi zape que armó Jesús Estrada Ferreiro a su arribo.
Este debate, aunque nunca había salido a la luz pública, como es el valor de las tablas catastrales, es muy viejo, desde por allá del año 1995, cuando el factor inflacionario producto de la quiebra financiera de aquel año provocó una gran crisis económica e inflación, de tal manera que las tablas catastrales y el predial urbano no se pudieron regir sus modificaciones por el índice inflacionario, que de aplicarse colocaba por las nubes los valores y el impuesto predial, por lo que se tuvo que imponer el criterio político, por lo menos aquel año, en los incrementos de valores e impuestos.
La estabilización monetaria del país que logró desde entonces niveles de inflación de un dígito, permitió que prevaleciera ese criterio para establecer el impuesto y el de las tablas catastrales, con la georreferencia digital, alcanzó niveles de precisión casi exactos para mover sus valores.
El problema vino en la manipulación que catastro empezó a llevar a cabo para favorecer con bajos valores catastrales a zonas que querían beneficiar quienes gobernaban, tanto que ricos fraccionamientos empezaron a pagar su predial sobre valores catastrales bajos y cada vez más los pobres al final fueron los que estuvieron pagando el predial.
El caso de Sergio Torres, cuando fue presidente municipal de Culiacán, fue excepcional porque hizo dos cosas: Retabuló los predios de zonas ricas que habían sido protegidas y lanzó un programa de pagos de saldos que sumaban 5 mil millones de pesos, resultando que los fraccionamientos más ricos de Culiacán eran quienes más debían, incluso hubo quienes acumulaban una deuda de 13 millones.
Por eso, da mucho gusto ver a Jesús Estrada Ferreiro, con todo y sus corajes, al “Químico” Benítez, que quién sabe si sepa que tiene una mina de oro en Mazatlán con el impuesto predial, al Dr. Martín Ahumada de Guasave, con el municipio más complejo para organizar su cobro, y a Gerardo Vargas Landeros, quien prefiere que la gente gane aunque pague poco, que ya se sabrá después cómo le hace para pagar el mejoramiento a velocidad de vértigo que está haciendo de Los Mochis, lo que importa es lo primero.
Lo bueno y bonito de todo es el éxito del Congreso del Estado, que está resultando ejemplo nacional y una excelente sorpresa para la sociedad sinaloense.