columna joseluisRecientemente el presidente López Obrador habló de revisar las concesiones de las carreteras y de inmediato vino a nuestra mente el saqueo al erario sinaloense que han llevado a cabo los últimos tres sexenios (Aguilar, Malova y Quirino), quienes han entregado los bienes carreteros a empresas privadas y los fondos que se captan en “La Costera” y la caseta de San Miguel Zapotitlán, no se sabe a dónde van.

 

Ayer conocimos el pronunciamiento de la fracción parlamentaria del PAS en el Congreso del Estado, reclamando el mal estado de la carretera Benito Juárez (Costera), que desde el 2019 se gestionó presupuesto para su reparación después de los daños que le provocó la tormenta 19E, e incluso el presidente López Obrador, en una de sus visitas a Sinaloa, dijo que había destinado 300 millones para ese propósito.

 

Desde entonces solo se “bachea” y reencarpetan pequeños tramos, pero no existe una reparación a fondo para recuperar la calidad de la obra que permita mayor seguridad a los usuarios.

 

Desde hace tiempo a “La Costera” la bautizaron como “La Costosa”, precisamente por las altísimas cuotas (150 pesos por vehículo menor) en un tramo de 120 kilómetros (poco más de un peso por kilómetro).

 

Pero quizá eso no es lo peor, sino lo que nunca ha podido aclarar la Auditoría Superior del Estado (ASE) de a dónde van a parar los casi mil millones de pesos al año que se recaudan en “La Costera” y la caseta de San Miguel Zapotitlán, señalando tan solo que se usaba para amortizar un crédito del “Plan 3 Ríos”, que se supone que con lo de un año se pagaba y sobraba.

 

El PRI siempre le dio vueltas al asunto, también lo hizo el PAN después con MALOVA, tanto que el 2009, en el gobierno de Jesús Aguilar, un año antes de que la MAXIPISTA pasara a ser propiedad del gobierno del Estado, porque el contrato con Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y Triturados Basálticos (TRIBASA) que firmó el gobierno de Sinaloa como socio, donde ICA y TRIBASA explotarían 20 años la MAXIPISTA y el 2010 esta pasaría a ser patrimonio de los sinaloenses.

 

¿Y sabe usted qué pasó? Pues resulta que el gobierno de Felipe Calderón y Jesús Aguilar se la vendieron a Carlos Slim y le dijeron “¡Toma!” al pueblo de Sinaloa.

 

Deje usted que la hayan vendido. Casi la regalaron al venderla en 280 millones de dólares, cuando estaba valuada en 1500 millones de dólares, menos del 20% de su valor.

 

En un tiempo, las casetas de las carreteras estatales y federales, fueron negocios de raterillos que “mochaban” las cuotas diarias, después empeoró cuando llegaron las grandes financieras que no “mochan”, sino que se llevan todo.

Está bien que los diputados se preocupen por los “baches” y todos los defectos que tiene “La Costera”, pero el fondo de todo está en quién se lleva las cuotas de peaje, a dónde van a dar. Porque teniéndolas no es problema tapar y reencarpetar, se los aseguro.