columna joseluis

En cualquier momento, en cualquier gobierno y en cualquier lugar de nuestro querido país, la agenda política es complicada y parece que en los tiempos de López Obrador esta se está multiplicando al doble, o al triple, lo que ha producido en el país un debate sobre todo y entre todos.

Que tan buena o que tan mala es esta situación, yo creo que es mejor que estar callados, viendo hace y deshacer al poder y a los gobiernos, sin decir nada por lo menos, porque tratándose de acciones de la sociedad civil, estas son reducidas y esporádicas desde hace rato.

Por eso, de alguna manera la consulta a la que ha convocado la cámara de diputados federal, para el domingo 1° de agosto, es una gran oportunidad para todos de expresarnos y empezar el proceso de democracia participativa en México.

¿En cuál sentido se definirá? Sobre el tapete de la consulta están explícitas dos posiciones, el juicio o no a los expresidentes, y están también otras dos posiciones, el rechazo a la consulta y la apatía.

El resultado que sea del ejercicio democrático de este domingo expresará las posiciones políticas de los actores de nuestra sociedad y el nivel de cultura democrática de nuestra sociedad.

Al final del día, yo creo que todos vamos a perder y a reflejar el atraso político en su conjunto de nuestra raquítica democracia participativa.

Lo primero que sucederá es que la consulta no será vinculatoria para proceder judicialmente contra nadie, porque no alcanza el 40% de sufragantes del padrón electoral, mas o menos entre 36 y 37 millones.

Lo segundo, por el vacío que realiza la oposición política a AMLO y MORENA, no se reflejará en los resultados una disputa sino un vacío, cuando el resultado sea más del 90% por el sí, y la participación no llegue al 10%, lo que significará que no hubo lucha opositora, cuando si viviéramos en un país plenamente democrático, gobierno y oposición se unirían por combatir la impunidad de los gobernantes y sería abrumadora la participación ciudadana.

Tercero, la menguada asistencia que se dará en base a todo lo anterior y porque venimos de un reciente proceso electoral que dejó desgastados políticamente a los partidos y ciudadanos, así como el contexto de la pandemia del COVID-19, que está en su apogeo en esta tercera ola.

La discusión posterior de los resultados será completamente insustancial porque será el reflejo del fracaso de todos, como ratificación de una democracia decadente, o incipiente aún.

Y la ruta seguirá quién sabe hasta dónde, pero lo que si está garantizado es que la lucha por las 6 gubernaturas de junio próximo, en 2022, volverán a encender los motores de los partidos y los poderes, que ni siquiera el plebiscito de marzo sobre la continuidad de AMLO en la presidencia del país logrará levantar.

Así está nuestra sociedad educada, de disputar solo lo tangible, inmediato y material, porque lo demás no sabe, no le sabe y no le interesa ¿Para qué?