AMLO está en la guerra política electoral, todos sabemos que es el principal activo de MORENA y que representa la fuerza más grande que tienen a su favor sus candidatos, como también que estamos concluyendo la sexta semana de campaña y prácticamente quedan 15 días en los que, sin duda, se decidirán los resultados electorales.
El presidente, fiel a su estilo frontal, sin tapujos y sin medias tintas, está lanzado con todo para refrendar su mayoría en el congreso y su hegemonía política en el país.
El bloque opositor, que encabeza el PRI, concretamente el grupo “Atlacomulco”, aceleró su ritmo en la quinta semana y los golpes contra MORENA y AMLO fueron contundentes en Nuevo León y la Ciudad de México, con el accidente de la línea 12 del metro, por lo que su reacción fue directa atacando frontalmente tanto a los candidatos punteros en Nuevo León como al propio presidente nacional del PRI, dándose de nuevo, en esta semana, otro ataque contra MORENA y su candidato Rubén Rocha en Sinaloa, que habla de un ataque a gran escala en la confrontación que ya alcanzó su máximo nivel.
Según se entendía, antes de empezar las campaña, que AMLO tenía compromisos con grupos empresariales y gobernadores del PRI para que en la contiendan llevaran “la fiesta en paz”, manifestándose que ahora que esos acuerdos están en crisis, tanto que el grupo “Monterrey” ha sido explícito acusando al presidente de no respetar los pactos que tenían de “que no se meterían en Nuevo León”, acuerdo que violó con las investigaciones de la Fiscalía General de la República (FGR) en Samuel García de MC y Adrián de la Garza del PRI, como también se entendía que en el caso Sinaloa “había juego limpio” y que no viene ocurriendo con la reiterada intromisión del gobierno estatal en contra de MORENA, el PAS y su candidato.
De tal forma que la batalla electoral se agudiza y, obviamente, el presidente a donde va lleva sus oficios políticos y objetivos muy específicos.
En el caso Sinaloa, seguramente lo que prendió la alarma en la mesa del presidente López Obrador fue la enjundiosa ofensiva del PRI contra Rubén Rocha a través del grupo IMAGEN y el programa de Ciro Gómez Leyva, que es propiedad de Olegario Vázquez Raña y que provocó su reacción de acusar MORENA al gobierno de Sinaloa ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), después de los esfuerzos del candidato Rubén Rocha por detener una posible escalada de acusaciones y descalificaciones que judicializarían el proceso y de facto se pervirtiera toda la elección, lo que deslegitimaría a quien resultara electo en buena medida.
Por eso, pensar que el presidente López Obrador viene a poner “primeras piedras” inaugurando obras no convence a nadie y resulta que de lo que se trata es de despresurizar la elección, encauzarla y que, gane quien gane, gane bien ¿No cree usted?