columna jose luis lopez duarte

En la última semana, el presidente López Obrador se metió en cada enredo y conflicto que al parecer no atina, como no sea hablar y hablar, respuestas y medidas precisas sobre los problemas del país y, peor aún, peleándose con el que se le atraviese.

El primer tema en el que se enredó fue sobre la calificación de las elecciones en Estados Unidos, con un sentido carente de la más elemental cortesía de la diplomacia, cuando una semana después de la elección en Estados Unidos prácticamente ya había un fallo sobre el ganador de la elección.

El segundo y mucho más grave, ha sido el de la pandemia, que a todas luces el casco del sistema sanitario muestra hoyos que se deben tapar de manera urgente y no reacciona, sino al contrario, espeta y rechaza las críticas como si se tratara de su persona y no del país.

Para el día de hoy es ya casi alcanzamos casi 99 mil defunciones por la pandemia del COVID-19, cuando las muertes diarias que se acumulan promedian de nuevo las peores cifras del verano y es obvio que no se han reforzado las medidas a sabiendas que venía la temporada de influenza, el frío en general y que las enfermedades respiratorias serían más recurrentes en la población, tanto que no hay vacunas contra la influenza en hospitales y al parecer otras también como el sarampión.

Y el problema es que todo puede ser peor al grado que es factible que terminemos el año con 115 mil muertos y la crisis sanitaria en su apogeo, simplemente porque la vacuna va a fluir hasta febrero o marzo, y es muy difícil otro confinamiento total.

También el presidente se ahogó en Tabasco cuando existen notables evidencias que CNA y CFE fueron imprudentes junto con él cuando las previsiones no fueron adecuadas y oportunas, provocando la peor inundación en los últimos 50 años en aquel estado.

Las autoridades sabían los niveles de las presas, sabían los pronósticos extendidos de los servicios meteorológicos y obviamente la fragilidad de las zonas bajas del estado y en ningún caso se hizo lo prudentemente necesario.

El tercer gran tema, fue el presupuesto que ya venía discutiéndose antes y que había tenido varias batallas previas, como lo de los fideicomisos por ejemplo, enfrentó dos ofensivas como fueron el rechazo de los gobernadores de la “Alianza Federalista” que se opusieron a los recortes de participación federales a los estados (9%) y la propuesta de los partidos de oposición que presentaron un plan integral de emergencia contra la pandemia y la crisis económica, fue rechazado todo sin aceptar cambio alguno.

Resultó inamovible la propuesta presupuestal del presidente, que solo sus proyectos de obras y programas resultaron no solo sin reducirse, sino que incrementaron su inversión, lo que aceleró las grietas y fracturas entre el amlovismo y el resto de la sociedad y fuerzas políticas.

Por último, bien pudiera resultad anecdótico si no fuera por las fobias políticas que entraña, el ataque que hizo a la FIL (Feria Internacional del Libro) de Guadalajara, que recibió el premio internacional “Príncipe de Asturias” en España, endilgándole una diatriba furibunda que lamentablemente lo rebaja, cuando por lo menos debía una felicitación… Ni modo amigos, así estamos.