Un abrazo para el amigo Oswaldo Villaseñor, nos solidarizamos en su lucha porque se aclaren las amenazas vertidas en su contra.
Desde la campaña de AMLO del 2018, fuimos de la opinión crítica a su discurso populista, cargado de fraseología nacionalista y un tufo moralista que rayaba en lo religioso, en aquel afán de ganar la elección presidencial, que vaya que lo logró, como después del 1° de julio del 2018 el de continuar con la misma retórica sin avanzar en un programa y plan de gobierno definido, que llegó al acabose en vísperas de la toma de posesión al convocar a una consulta popular para suspender la construcción del aeropuerto de Texcoco, la obra más gigantesca del país.
Tenía por delante mucho tiempo y para empezar contaban con un paquete de programas sociales, que buena parte venía desde Carlos Salinas, que promovieran acertadamente su institucionalización y obligatoriedad, medida que se soterró por un debate que aún no termina con la suspensión del aeropuerto, y así transcurrió el 2019 que acumuló varios errores más al abrir una lucha política ideologizada totalmente inútil que día a día fue crispando los ánimos, elevando las tensiones sociales, que cerró el 2019 con un país completamente dividido y con dos signos ominosos en el horizonte del 2020: una economía con cero crecimiento del PIB y la crisis de inseguridad pública en ascenso.
El 2020 empezó como cerró el 2019 y a fines de febrero la pandemia del COVID-19 llegó al país, provocando el cierre del país, y después de seis meses aún prevalece con riesgos de que lleguemos para diciembre al millón de contagios y los cien mil muertos.
La crisis del COVID-19 precipitó un vendaval sobre el país que provocó que el deslizamiento de la economía se convirtiera en la peor caída de la historia, la crisis de inseguridad se elevara y que los costos fueran tan altos, que la nivelación de las condiciones del país que teníamos a principios del 2020, puede tardar en volver entre 4 o 5 años.
Durante todo este proceso, la política del gobierno de la república y MORENA, que debió haber sido de conciliación y reconstrucción del país, pretendieron demoler las estructuras del país aunque las cosas nos cayeran encima, y con la pandemia, que debió llamar a la reflexión, a un “alto en el camino”, no ocurrió y por el contrario arreció con los juicios lapidarios llenos de estridencia y sin mayores resultados.
En el lapso de la pandemia destacaron dos temas que acaban de culminar: la rifa del avión y el juicio histórico a los presidentes de la república. En ambos casos, ya que habían tomado esas decisiones las hubieran hecho por lo menos bien y no con la enorme cantidad de errores políticos, como ha quedado en evidencia.
El caso de la rifa del avión, tan mal llevado a cabo que resultó de risa nacional. Para empezar, no pudieron rifar el avión, la rifa que hicieron no vendieron todos los boletos, cuando desde julio los sindicatos de CFE y PEMEX ya tenían circulares para descontar a todos sus trabajadores y como es de imaginar a toda la estructura de gobierno, y el ejército político “los servidores de la nación” que presumen está organizado por 20 mil activistas de MORENA.
Para rematar, las cuentas del sorteo fueron hechos por alguien que seguramente nunca hizo un sorteo, cuando es casi un principio de los mismos y creo que hasta de la ley de juegos y sorteos lo establecen, los premios pueden ser mínimo el 30 % del valor total de los boletos y aquí tan solo entregaron el 66%, más los costos de la operación y las mermas, resultó que no les quedó nada, bueno sí, el ridículo.
El otro caso es similar en cuanto a lo patético que encierra que el mayor partido político nacional no pueda recolectar 2 millones de firmas (aquí en Sinaloa tan solo juntaron 4200), que derrochó ilegalidad y cometan los exabruptos legales de enjuiciar a los presidentes como si se tratara de delitos inexistentes en los códigos penales, o existiera algún impedimento para llevarlos a juicio como a cualquier ciudadano, que ahora lo son, al extremo de pretender juzgar la historia rehaciéndola a voluntad y hasta capricho del presidente y MORENA.
Estos dos actos son quizá las gotas que derramaron el vaso que inviabilizaron cualquier diálogo, encuentro y pacificación política del país, precisamente cuando más lo necesitamos, porque el tránsito del país en los meses que le quedan al año, y los que vienen, serán muy abruptos.
Es cierto que el presidente puede presumir su popularidad pero no su efectividad, y MORENA es el partido del gobierno pero no en el gobierno, hasta ganar la elección el 2021, pero cabe la pregunta ¿Para qué? ¿Para seguir con esta calidad de gobierno? Creo que no lo merecen.