columna jose luis lopez duarte

En ese discurso de AMLO del sábado primero de agosto, desde la biblioteca de su casa de Tlalpan, incluyó una valoración sobre la crisis mundial, donde ponderó la caída de Europa y de los Estados Unidos, ubicando a México como la menos peor, cuando aquellos ya controlaron la pandemia, y dedicaban sus bancos centrales verdaderas fortunas, como Europa con un billón y medio de dólares y Estados Unidos con tres billones de dólares.

 

Por lo que no dijo tampoco que México aplicaba menos del uno por ciento del PIB para enfrentar la pandemia y atenuar la crisis económica, siendo uno de los últimos lugares en el mundo, presumiendo sus programas sociales y reiterando que no apoyaría a los empresarios cuando el 80% de las empresas del país son micro, pequeñas y medianas empresas, quienes sostienen más del 90% del empleo nacional.

 

Sin hablar tampoco de una política económica errática frente a la inversión privada nacional y extranjera con los atavismos de un nacionalismo ramplón criticando en todo el pasado sin ver los aciertos y resultados positivos que en múltiples decisiones económicas ha habido.

 

Es más, el solo hecho de no mencionar el TMEC en este informe económico refleja su incomprensión, porque las medidas de AMLO contra las plantas de producción eléctrica eólicas y solares, en particular contra la transnacional IBERDROLA, son una estrechez en torno al fenómeno de la globalización e internacionalización de casi todo, no se diga de la economía.

 

Y menciono el TMEC porque se lo adjudicó cuando visitó a Trump, como un éxito de su gobierno cuando lo firmó Peña Nieto antes de salir de su mandato, tratado que en buena medida contiene las reformas estructurales del “Pacto por México”, al que por cierto vilipendiaron sin sustento ni conocimiento crítico.

 

¿Qué no sabrán que el mayor ahorro en la historia del gasto familiar se logró con las reformas de telecomunicaciones, cuando los consumidores dejaron de pagar más de 20 mil millones de dólares anuales por telefonía celular a Carlos Slim al terminar con la preponderancia de TELMEX y abrir el mercado a la competencia?

 

¿O que esa misma reforma que incluyó el apagón analógico (aprobada por la ONU desde 2006), que digitalizó de facto la vida del país, terminó con la era del duopolio televisivo, modernizó tecnológicamente al país y abrió culturalmente a la sociedad mexicana?

 

¿Y acaso no recordarán que fue Heberto Castillo, junto con José Ángel Conchello, ambos senadores de la república, quienes firmaron el tratado con Cuba y Estados Unidos para explotar el petróleo en el golfo de México en aguas profundas, acuerdo al que llamaron “la dona de Conchello”, tocándole un tercio del fondo marino a cada país? ¿Y que Cuba, la Cuba socialista, luego luego, acordó con empresas petroleras transnacionales europeas su explotación?... Que contrastes.

 

Por lo que me sorprende ese nacionalismo de rescatar PEMEX y CFE cuando fue la reforma energética el plan para modernizarlas y hacerlas competitivas, para que no continuaran con los déficits financieros que acumularon ni seguir siendo los fondos fiscales del gobierno, al otorgarles autonomía de gestión que ahora les han quitado de nuevo.

 

En fin, hay mucho de qué hablar sobre el plan energético de AMLO y el TMEC que no incluyó en su discurso, por lo que solo me referiré por último al caso de las remesas, los envíos de dólares de los mexicanos en Estados Unidos, remesas que subieron en el periodo de la pandemia alrededor del 30%, aumento que no logra explicarse el presidente López Obrador y que ve con mucho optimismo, sin darse cuenta que obedecen al seguro de desempleo que aplicó Estados Unidos en el que invirtió 3 billones de dólares que les tocó a todos los “mojados” (casi 40 millones de desempleados), como me lo comentó mi amigo Guillermo Esquer, quien vino a dejarle 2 mil dólares a su familia en Culiacán, que le habían tocado de esa derrama económica en Estados Unidos.

 

Ojalá y el senado de aquel país apruebe otro apoyo igual para el segundo semestre del 2020, porque si no veremos la caída de las remesas y un golpe mayor para la economía mexicana.

 

Sin duda, el informe económico del presidente López Obrador de este sábado tiene muchas aristas y vacíos que comentar, pero el meollo del asunto a destacar es el autoengaño con que abordan los problemas, mostrando un triunfalismo ante el hecho de que “no hubo necesidad de pedir deuda”, como si no hiciera falta ante las penurias que pretenden ignorar. Vamos a ver que pasa.