Quizá para cuando termine la pandemia, y con ella el año 2020, se habrán acumulado tantas muertes como todos los asesinatos en el gobierno de Quirino Ordaz, es decir, desde enero del 2017 hasta diciembre del 2020, cuatro años exactamente, cuando este sábado 25 de julio rebasamos los 2 mil muertos por la pandemia del COVID-19.
Si para el 21 de junio habían muerto por COVID mil personas en Sinaloa y para el 25 de julio, un mes y cuatro días después, alcanzamos las dos mil muertes, significa que llevamos un ritmo de 30 muertos diarios por la pandemia y que para diciembre, 150 días más, vamos a sumarle más de 4 mil, alcanzando una cifra que va a rondar los 6 mil muertos, una enorme tragedia para Sinaloa.
Si para mayo del 2020, en los seis primeros meses del año acumulamos 400 asesinatos, con lo que alcanzamos 4100 hasta ahora en el gobierno de Quirino Ordaz, se calcula entonces que para diciembre sumaremos en total 4500 asesinatos y habremos concluido que el COVID-19, en ocho meses mató más gente que los asesinatos que habrá en todo el periodo de este gobierno de Sinaloa.
Son terribles los números y si después de tantos años de sufrir la violencia del narco tráfico casi ya no nos asombramos con sus olas de muerte, yo creo que debiera llamarnos a la protesta total, el genocidio que está produciendo en Sinaloa el COVID-19.
No es posible que nos acostumbremos a esta otra masacre social como si nada se pudiera hacer y fuera un asunto cualquiera el sufrimiento de decenas de miles de familias afectadas por la enfermedad, en su economía, en su bienestar y en su libertad de organizar sus vidas.
Por ello es muy lamentable ver gobiernos ociosos y que rayan en la irresponsabilidad con su incompetencia, falta de personalidad, ausentes de criterios elementales para gobernar e incapaces de hacer nada contra la devastación que sufre la sociedad.
En Sinaloa ya tenemos el 5 por ciento de las muertes en el país y con un nivel de letalidad del virus en que llega al 17% al sumar 12 mil casos, el más alto del país, por lo que debemos todos preguntarnos: ¿Qué están haciendo las autoridades? ¿Dónde están los informes del gobernador y secretario de salud como lo hacen varios estados del país? ¡Ni se les ve! Y menos se les siente cuando están trabajando para reabrir todo, incluidos los gimnasios, como si la pandemia ya nos hubiera dado tregua.
Y por eso es lastimoso que el gobierno de la república les haya dejado la responsabilidad da los gobiernos locales sin entender que el gobierno federal es quien debe parar la crisis sanitaria nacional y luego, cuando ya se haya controlado, ceder responsabilidades a los estados.
Si cuando el gobierno federal disque tenía la responsabilidad nos iba como nos fue, imaginemos ahora a gobiernos débiles e interesados que van a hacer lo que los particulares quieran y no lo que el bien común de la sociedad demande.
Por eso en diciembre seguirán doblando las campanas y no sabremos ya ni por quién. Duele, y vaya que duele.