Las primera lluvias, como agua sobre la mugre acumulada, con tan solo dos lloviznas el sistema eléctrico de Culiacán y todo el estado mostró sus deficiencias, debilidades y carencias con apagones intermitentes, que en los próximos tres meses, cuando las lluvias azoten como tromba y hasta ciclones puedan llegar, así como la demanda llegue al límite, la CFE en Sinaloa puede explotar.
Y esto no es casual, tiene que ver con las deficiencias de la nueva política energética de la 4T, el manejo erróneo de CFE y obviamente los reflejos de la pandemia que a todos afecta y la empresa eléctrica no podía ser la excepción.
Romper el ciclo de cambios que provocó la reforma energética para convertir a la CFE en una empresa con autonomía de gestión a diferencia de lo que venía siendo una empresa del Estado, es uno de los golpes principales que le esta dando el gobierno de la 4T con el acelerado desgaste al que la están sometiendo.
Volver a quitarle los ingresos a CFE para transferirlos de nuevo al gobierno es liquidar los cambios de la reforma energética. Dejarle a la CFE tan solo 25 centavos de cada peso, mientras que los otros 75 centavos pasan a manos del gobierno es hacer lo mismo que hacían los gobiernos que llevaron a CFE a ser una empresa deficitaria y altamente costosa.
Quitarle los ingresos a CFE por parte del gobierno de la república desgasta aceleradamente su capacidad de servicio, para dar mantenimientos a sus instalaciones, equiparse con lo necesario y contratar a quien haga falta.
Ya el 2019 habían cometido el error de cancelar los contratos de construcción del gasoducto Texas – Quintana Roo, sin advertir las graves consecuencias que ello tenía, como era cortarle el suministro de combustible a las termoeléctricas de la península de Yucatán, pagando el desaguisado dándole otros cinco años de concesión a las empresas constructoras por el error.
Rocío Nahle y Manuel Bartlet, Secretaria de Energía y director de CFE respectivamente, en 17 meses han demostrado lo poco que saben del tema y la irresponsabilidad para atender al sector y la empresa.
Rompieron el ciclo de reconversión de las termoeléctricas para convertirlas en ciclo combinado al frenar la puesta en marcha de los 7 mil kilómetros de gasoductos que contrató CFE, pretendiendo volver al combustóleo como combustible cuando está prohibido desde enero del 2020 su uso a nivel internacional, al mismo tiempo que intentan frenar la producción de electricidad limpia, la que produce el viento y el sol, frenando la inversión al suspender la construcción de plantas nuevas y todo, bajo un discurso de nacionalismo barato, cuando lo más leal con el país es precisamente hacer fuerte a CFE para que también construya plantas eólicas y solares.
La era de la producción hidroeléctrica terminó por el costo y el tiempo que lleva construirlas, además que el agua la regula CNA (Comisión Nacional del Agua) y tiene el mismo estatus de seguridad nacional que la electricidad. La producción hidroeléctrica sería la más limpia y barata, pero no se puede.
Por eso, quitarle el dinero a CFE por el gobierno federal y agredir a las empresas privadas que producen electricidad más limpia que el gas y el combustóleo, es un grave error que se puede pronto pagar muy caro.
La pandemia es la peor tragedia que le pasa a nuestro país, acarreando los peores males, pero una de sus consecuencias es desnudar nuestras debilidades, miserias y carencias, como lo hace ahora con la CFE, que no va a funcionar con 25 centavos, porque no tiene vehículos suficientes, porque el 44% del personal está confinado en sus casas, porque no hay material suficiente y entonces la pregunta que se hacen es ¿Qué hacer?
Viene lo peor del calor en julio, agosto y septiembre, cuando más electricidad consumimos y más riesgos de interrupciones tenemos ¿Qué va a pasar con el servicio con una empresa como CFE en esas condiciones? ¿Qué vamos a hacer si se da un shock nacional de desabasto eléctrico? La verdad yo no sé.