columna joseluis

 

El revanchismo de muchos grupos económicos contra Peña Nieto, las nuevas alianzas con el gobierno de Estados Unidos, los pactos vergonzosos con lacras del régimen priista, con poderes fácticos y el gran impulso a la militarización del país, así como el unipersonalismo del gobierno, es un retroceso que genera mayores obstáculos para la transición política y los riesgos en la estabilidad y el desarrollo político del país.

 

Quizá es esta una conclusión fatalista, sin embargo es un riesgo con muchas posibilidades porque en la medida que se recrudece la crisis sanitaria, económica y social del país, esos factores retardatarios para retomar la transición democrática, son amenazas que crecen y pueden provocar una crisis mayor.

 

Sin duda, la presidencia de AMLO y su gobierno se están debilitando, las fuerzas oscuras que se adhirieron a la 4T están latentes y en la sombra seguramente maduraron sus apetitos políticos, como la líder “moral” del SNTE, y la debilidad programática y política de las fuerzas políticas opositoras a AMLO que es patética, generan un ambiente apropiado para los intereses más perversos.

 

Hasta ahora los empresarios han sido los más congruentes y coherentes con sus posicionamientos y actitudes ante una crisis a la que han planteado una propuesta integral para que transite el país, encontrando hasta ahora resistencia en el gobierno, pero que la inercia de lo que provocan las crisis obligará al gobierno de AMLO a sentarse en la obligada discusión, posición que todos los partidos también deben asumir.

 

La estabilización del país es lo primero que urge hoy en día a todos. Entre más rápido se materialicen las medidas sanitarias, económicas y sociales para retornar a la normalidad, será entonces factible abrir la discusión sobre la necesidad de crear un nuevo régimen político que le urge al país.

 

Continuar en el círculo retórico del amlovismo sin proponer liquidar el presidencialismo centralista y autoritario será el fracaso de todos, como ya lo fue con el “Pacto por México”.

 

Los gobernadores han abierto rendijas sobre ese debate ¿Cómo solucionar el centralismo fiscal? Ese será un gran tema que es evidente ha puesto en jaque a la presidencia de la república.

 

Otro tema serán los cambios que la pandemia y sus secuelas de crisis económica y agudizamiento social obligarán a todos a buscar cuáles serán estas, definiciones que obligarán a todos a encontrar salidas y buscar campos.

 

Lamentablemente, ya estamos en un camino minado: la elección del 2021. Sí, un camino minado, porque la lucha por el poder político al final se impondrá y las razones programáticas y de urgencia social seguramente van a pasar a segundo o tercer plano. Quizá habrá que esperar aún más.