El día de ayer, se cerró el plazo para el registro de solicitudes de candidatos a la rectoría de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) para el periodo 2025-2029, con apenas cuatro propuestas registradas: el doctor Jesús Madueña Molina, la doctora Denis Díaz Quiñones, la doctora Patricia Carmina Inzunza Mejía y el doctor José Casimiro Zamora Castro. La comisión de elecciones tiene la responsabilidad de validar estas solicitudes hasta el jueves 27 de marzo, un proceso que, lejos de ser meramente administrativo, refleja un momento crucial en la vida institucional de la universidad.
De acuerdo con la ley orgánica, es probable que solo las tres primeras opciones se queden en la contienda, ya que solo una mujer puede competir contra la reelección del actual rector, Madueña. Esta situación plantea una dinámica interesante en la que los precandidatos más conocidos se enfrentarán, lo que inevitablemente generará un intenso debate dentro de la comunidad universitaria. Sin embargo, es importante recordar que este proceso electoral está sometido a normativas estrictas, cuya violación podría conducir a la suspensión de candidaturas.
La elección de rector no es un evento aislado; representa un cierre y un nuevo comienzo tras un período lleno de desafíos y tensiones que la UAS ha enfrentado en los últimos años. La institución ha navegado por aguas turbulentas, donde cada enfrentamiento interno amenazaba con fragmentar su estructura. Afortunadamente, estos conflictos han podido ser conciliados, y ahora el proceso electoral se presenta como el resultado positivo de esos esfuerzos conjuntos. La comunidad universitaria ha trabajado unida para abrazar una nueva etapa que debería reflejar sus valores y aspiraciones.
Sin embargo, el contexto en el que se lleva a cabo esta elección no puede ser obviado. Sinaloa enfrenta una grave crisis de inseguridad y violencia que azota a su sociedad. Con más de 1,000 asesinatos, 1,100 desapariciones y 3,000 vehículos robados, no se puede ignorar que esta realidad afecta a todos, incluidos estudiantes y académicos. Por ello, la comunidad universitaria debe mostrar no solo su compromiso con la democracia y la competencia, sino también su capacidad de involucrarse en la búsqueda de soluciones a estos problemas que afectan la vida diaria de los sinaloenses. Se requiere un esfuerzo colectivo para buscar la paz y la seguridad en la región.
Las elecciones universitarias tienen, por tanto, dos caras que merecen ser analizadas. Por un lado, el notable crecimiento de la UAS desde 2022 hasta ahora, cuando ha logrado posicionarse como la tercera universidad del país, solo superada por la UNAM y el Tecnológico de Monterrey, según el ranking de Times Higher Education. Este avance es un testimonio del esfuerzo conjunto de la comunidad educativa y de la necesidad de mantener el rumbo ascendente en la calidad educativa y el prestigio institucional.
Por otro lado, la crisis social que vive Sinaloa apela a la responsabilidad de todos los actores, incluyendo a los futuros líderes de la UAS, para poner en acción medidas que contribuyan a la recuperación del tejido social. La expectativa es que este proceso electoral no solo genere nuevas propuestas académicas y administrativas, sino que también fomente un mayor compromiso social entre la comunidad universitaria para abordar los problemas que aquejan a nuestra sociedad.
En conclusión, es imperativo que el próximo rector, independientemente de quién sea, y todos los actores involucrados en el proceso electoral mantengan un alto nivel de calidad democrática y competencia. Será esencial que se fortalezcan las rutas ascendentes de la UAS y, al mismo tiempo, se busque contribuir a la pacificación de la sociedad sinaloense. Este es el reto que tenemos ante nosotros y esperemos que se actúe con convicción y colaboración para lograr un futuro más próspero. Ojalá así sea