Para mi concuño, Raúl Alberto Miranda Magallanes y toda su familia vaya mi solidaridad y la de toda mi familia, por el fallecimiento de su Sr. padre, Don Raúl Miranda.
Dicen que solo la naturaleza no perdona nada, pero hay actos de los seres humanos que son tan insensatos, no solo reactivos como los de la naturaleza, que los conduce a cometer las peores infamias, como ocurre en todas las guerras donde abundan los daños a inocentes, que equivocadamente algunos llaman daños colaterales, cuando quien los provoca saben perfectamente que sus actos tendrán esas consecuencias y peor aún, cuando existen autoridades responsable de impedirlos, y esa responsabilidad fracasan.
Así a ocurrido en la crisis de inseguridad, donde la violencia que vivimos se refleja en un cúmulo de daños en vidas humanas, más de 700 hasta ahora, desapariciones forzadas donde se contabilizan más de 800 y cientos de secuestros, aunado a daños materiales, que ya ha alcanzado la muerte de 27 niños y adolescentes, la parte más triste del sufrimiento que embarga al pueblo de Sinaloa.
Y algo que saca a flote, además de la ineficiencia de las autoridades y el desenfreno de los bandos en pugna, es la precariedad de los servicios públicos, concretamente los de emergencias y salud, como ocurrió con la tragedia del fraccionamiento “Los Ángeles”, a la salida hacia Imala en Culiacán, donde fueron masacrados un padre con sus tres hijos, de los cuales solo ha sobrevivido hasta hoy, el mayor de 17.
En el lugar de los hechos murió el papa y los dos niños y el adolescente quedaron heridos, habiéndose dado la agresión a 500 metros del “Hospital General”, a la salida para Imala, si, el “elefante blanco” que han inaugurado cuatro veces las autoridades sinaloenses y el gobierno federal, hospital que carece de atención de urgencias (algo tan elemental) y ahora no se diga para heridas tan traumáticas como las que presentaron las víctimas de este crimen, los cuales tuvieron que ser llevados a hospitales a 3 kilómetros de distancia, como el viejo hospital general, al hospital pediátrico y al hospital del ISSSTE.
Horas después murió el menor Gael Antonio Sarmiento Ruiz y un día después, el martes pasado, Alexander Sarmiento Ruiz, quien se suma a la muerte de su padre y quien sabe si sobreviva el tercer hermano.
A la indignación, la rabia y el miedo de la sociedad, se ha venido en sumar el desprecio de la sociedad por las irresponsables y recurrentes declaraciones “que en Sinaloa no pasa nada”, de que “vivimos en paz”, “que hay seguridad” y remata la estulticia de la senadora Imelda Castro, que el clima de inseguridad y violencia, “no es culpa del gobierno”, ausente por completo del sufrimiento ciudadano y exudando mansedumbre ante el gobierno.
Hoy jueves 23 de enero por la mañana, a las 8:30 para ser precisos, en la calle “Aguilar Barraza, esquina con Álvaro Obregón (donde esta la gasolinera), el grupo “a los niños no”, está convocando para realizar una manifestación por la muerte de los niños Gael y Alexander, de repudio al clima de violencia que impera y llamando a la sociedad a luchar por la paz que merecen Culiacán y Sinaloa.
Y en lo que hay que concluir todos, es que en Sinaloa estamos mal y se parece mucho a la contaminación, que nos recuerda aquella frase de que la ciudad más limpia no es la que recoge más basura sino la que se ensucia menos, y si lo trasladamos el tema de inseguridad y la violencia, nos daremos cuentas que la ciudad más segura no es la que persigue más crímenes, si no la que los evita y ¿quién es el responsable de evitar los crímenes? Pues la autoridad, el gobierno a quien se le otorgo como exclusivo el monopolio de la violencia precisamente para combatir la inseguridad, la violencia y detener a los delincuentes.
Pero eso lamentablemente no está ocurriendo aquí y así estamos, con el “Jesús en la boca” y el miedo a flor de piel.