=Misa en su memoria, el próximo martes
=Su complicado arribo a la gubernatura
=El fallido intento de imponer sucesor
=La última disyuntiva: Rocha-Mario Zamora
(Este martes 30 de enero, se cumple ya un año del fallecimiento de Jesús Aguilar Padilla, gobernador de Sinaloa, entre el primero de enero de 2005 y el 31 de diciembre de 2010. Amigos, familiares y quienes colaboraron a su lado en tan alta responsabilidad, lo recordarán con una misa programada para las 8: 00 horas, en el templo católico, ubicado en el interior del fraccionamiento residencial La Primavera. Por ahí nos vemos)
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Desde la ciudad de México, la voz de Roy Campos Esquerra, director general de Consultora Mitofsky, heló en sus venas la sangre del gobernador Juan Millán Lizárraga, atrincherado durante todo el día en su oficina del tercer piso del edificio sede del Poder Ejecutivo en Sinaloa. Eran las 16: 00 horas de aquel agitado domingo de octubre de 2004.
-Juan -le dijo – según mis sondeos están abajo por 3 o 4 puntos y el escenario no les pinta bien. Les quedan dos horas para revertir la tendencia.
La advertencia del hijo mayor de nuestro inolvidable amigo Roy Campos Patterson (periodista, cronista deportivo de la década de los sesentas y los setentas y exitoso publirrelacionista durante los últimos años de su vida) activó intensamente las alarmas tanto en diversos puntos del Palacio de Gobierno, como en las oficinas del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional y por supuesto en el cuartel de campaña de Jesús Aguilar Padilla, el candidato gubernamental, que tenía como coordinadores políticos a su compadre Abraham Velázquez Iribe y a Rafael Oceguera Ramos.
Juan Millán, en un grado extremo de tensión, ordenó entonces la implementación urgente de un operativo de última hora, tanto en la zona rural como en la urbana del Estado, particularmente en las principales ciudades de la entidad. Arrancaba un plan que no estaba originalmente contemplado, ante la seguridad de una victoria electoral, apretada pero inobjetable a final de cuentas. Ya habían transcurrido 30 minutos de la llamada de Roy con el gobernador y el tiempo transcurría velozmente para Aguilar y Millán.
La desesperación alcanzó su máximo nivel cuando el teléfono de Campos Esquerra enmudeció, justo en los momentos en que las casas especializadas de la ciudad de México, daban a conocer, en cadena nacional, los primeros resultados de sus encuestas de salida, en torno al resto de las elecciones para gobernador de otros estados, al tiempo que omitían a Sinaloa, lo que presagiaba, en efecto, un final de fotografía, entre los principales contendientes por la gubernatura de la entidad: Jesús Aguilar, por el PRI y Heriberto Félix Guerra, por el PAN.
Con todo y los malos presagios, Aguilar Padilla tuvo arrestos para salir a dar la cara ante los representantes de los medios de comunicación, para cantar su victoria, basado en el método de siempre: “en las actas de nuestros representantes de casilla, que cubrieron la totalidad del Estado”. La tambora tocaba fuerte en la explanada del edificio del CDE del PRI y los militantes del partido celebraban ruidosamente; sin embargo, las caras de preocupación eran más que palpables, en los altos mandos del tricolor.
Concluida su breve participación, Jesús Aguilar se abrió paso entre sus cientos de simpatizantes que atiborraban las instalaciones del Revolucionario Institucional para dirigirse nerviosamente a Palacio de Gobierno, donde ya lo esperaba un impaciente Juan Millán, para introducirse a las oficinas del gobernador, resignado a que lo esperaba una larga y estresante noche, quizás la más difícil de su vida…hasta entonces. En el interior del despacho, solo Millán, Aguilar Padilla, Joaquín Vega Acuña (el presidente del CDE del PRI) y sus más cercanos y confiables colaboradores. Poquitos. No más de diez.
Por el contrario, enfrente, el ambiente era todo lo opuesto. Simpatizantes de Heriberto Félix Guerra se desplazaban por el centro de la ciudad de Culiacán hacia el edificio del Consejo Estatal Electoral para exigir el arranque inmediato del Programa de Resultados Electorales Preliminares, convencidos de que su candidato había ganado la elección. A eso de las 20: 00 horas, Heriberto arribó a la sede del CEE y fue vitoreado y levantado en hombros por los eufóricos panistas, con la evidente intención de crear una expectativa de victoria por toda la entidad.
Lo cierto es que el PREP, en ningún momento de la larga noche colocó a Félix Guerra por delante en su conteo. La diferencia, en efecto, oscilaba entre las 5 y las 8 décimas de punto porcentual; pero invariablemente en favor de Aguilar Padilla. Los partidarios de Heriberto acusaban al CEE de procesar solo las actas que colocaban a JAP en la delantera y de omitir aquellas que daban el triunfo a Félix Guerra; sin embargo, el conteo siguió delante de manera fluida e ininterrumpida y después de la media noche, se afianzaba una ventaja de un punto porcentual para Aguilar. Ajustadísima, si quiere usted; pero delantera al fin y al cabo.
En nuestra trinchera periodística, El Sol de Sinaloa, cerramos la edición a eso de las 2 de la mañana, cuando el PREP ya registraba un avance del 50 por ciento, con Aguilar Padilla adelante, con un 1. 1 por ciento y 11 mil votos de distancia. Esa fue, precisamente, nuestra nota principal: “Aventaja Aguilar, con 11 mil votos”.
Que noche, también con presiones de aquí y allá; pero, por fortuna, la información del PREP era precisa, oportuna y concluyente.
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Y bueno, es una historia que usted conoce bien, amigo lector:
Respaldado por el presidente Vicente Fox y por la dirigencia nacional del PAN, Heriberto Félix Guerra impugnó el resultado de la elección y el proceso llegó hasta la instancia suprema: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
De la fecha de la jornada electoral hasta el momento de la definición, el 28 de diciembre de 2004, transcurrieron dos largos meses durante los cuales Aguilar Padilla tuvo que actuar con habilidad, inteligencia y discreción, sin poder ser declarado gobernador electo ni nada por el estilo, lo que impactó, por supuesto, planes y programas impostergable; el relacionado con su toma de posesión, por ejemplo.
Y aquel 28 de diciembre, a eso del medio día, el máximo órgano electoral del país declaró “válida de toda validez la elección constitucional para gobernador de Sinaloa” en favor de Jesús Aguilar Padilla, con el siguiente resultado:
PRI: 427 mil 585 votos; el 46. 7 por ciento del total.
PAN: 416 mil 205; el 45. 5 por ciento.
Una diferencia de 23 mil 597 votos, equivalentes a 1. 2 de punto porcentual.
Sentencia inapelable.
Hubo cinco candidatos más en lo que fue también una de las estrategias implementadas por el PRI; pero sin resultados relevantes. Audomar Ahumada Quintero, del PRD, fue el más cercano, con solo 38 mil 174 votos. Fue, a final de cuentas, la clásica carrera parejera.
Aquí concluyó un episodio significativo de la trayectoria política de Aguilar; pero hubo otro, igualmente relevante: el de junio de 2010. Esa es otra historia, sin embargo, con detalles celosamente guardados por este columnista y que algún día saldrán a flote. Cuando la situación lo amerite.
Pendientes.
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A manera de epílogo.
Jesús Aguilar Padilla falleció al caer la noche del día 30 de enero de 2023. Muerte sorpresiva, inesperada. Aquejado por una enfermedad terminal por naturaleza, tuvo a bien ocultar su padecimiento hasta el final, incluso hasta a sus amigos más cercanos, como lo fue el actual gobernador Rubén Rocha Moya.
Cuando el fatal desenlace, habían transcurrido escasos meses de la partida de su esposa Rosy de Aguilar, cuya enfermedad (la de la pandemia) terminó por acelerar el proceso de deterioro en la salud del ex gobernador, tras permanecer un largo periodo en un hospital de la ciudad de Monterrey, al lado de Rosy, recordada después por su trabajo como presidenta del sistema DIF-Sinaloa, en favor de las mujeres con cancer.
Etapas difíciles, también, las que sobrevinieron al término de su mandato como gobernador de Sinaloa:
-La derrota de Jesús Vizcarra Calderón.
-El fracaso de José Antonio Meade, de quien era su representante político en nuestro Estado.
Y:
-La disyuntiva que le puso la vida entre uno de sus más cercanos y fieles amigos, Rubén Rocha Moya y Mario Zamora, el candidato de su propio partido a la gubernatura del Estado.
Así las cosas.
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Y hasta aquí. Nos vamos ya. Cuídense mucho y Dios los bendiga. Ahora y siempre.
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