Hemos perdido a la activista Mary Patiño
y al icono de conciencia social Pepe Mujica:
ambos serán referentes en nuestro diario batallar.
Vivimos una de las crisis más prolongadas y complejas de los últimos cien años. La resiliencia ciudadana y la búsqueda de una alternativa desde diversos puntos de la geografía ciudadana como productores, activistas e intelectuales, no ha faltado. Esto nos habla de que, por más profunda y dolorosa que se manifieste la presente crisis, la sociedad no se doblega. Y para fortuna nuestra hay ejemplos en acción que hacen un esfuerzo para superar este mal momento.
Una de las limitantes que nos salen al paso es la insuficiente eficacia del Estado mexicano ante la crisis. Sin negar que hay esfuerzos para controlar la crisis, todos estamos conscientes de que esos afanes no han dado los resultados que deseamos. La pérdida de 29 policías y más de media docena de soldados y guardias nacionales, nos narran las consecuencias que padecen las fuerzas públicas que participan en las acciones que pretenden detener la violencia. Pero una de las certezas que la crisis nos obsequia es que todo esto no es un asunto solo entre policías y delincuentes. Y si es una crisis múltiple, los convocados para enfrentarla son todos los sectores sociales que la padecen.
Hay grupos sociales que no han esperado convocatoria alguna para sentirse llamados a participar con acciones de reclamo y con propuestas para enfrentar la crisis, así sean peticiones y exigencias que se suscriben dentro de sus intereses de estrato social. Vistas esas movilizaciones sociales en conjunto no dejan de mostrar una actitud positiva ante la coyuntura crítica y la búsqueda de salida a la misma. ¿A qué nos referimos con ello? Hablemos de las manifestaciones que han tomado la calle en diferentes momentos desde el día 9 de septiembre pasado, sin diferenciar el tamaño de la asistencia y de quienes le dieron el perfil central. Allí estuvieron familiares de personas víctimas de la desaparición forzada, familias que reclamaron justicia ante la pérdida de seres queridos y también grupos sociales que exigieron paz y tranquilidad en nuestras ciudades, calles y sus espacios públicos.
Pero grupos de empresarios de todos los niveles, han manifestado preocupación porque la prolongación de la violencia en las calles obliga a cerrar las cortinas de los negocios y al despido de empleados. Propusieron un plan de ayuda para garantizar la continuidad del funcionamiento de los negocios. Las autoridades estatales les tomaron la apalabra, pero creo si las acciones para detener la violencia no tienen la contundencia esperada, el plan de recuperación económica también tiene pendientes importantes en este renglón. Recientemente empresarios del agro reclamaron mayor atención en seguridad y en apoyos para la recuperación económica. La respuesta de la autoridad fue inmediata. Esperamos que las medidas acordadas sean las que demanda la situación que vivimos.
Si hay un grupo social que ha demostrado resiliencia sin desmayar un solo momento, son los colectivos de familiares con desaparecidos. La autoridad sabe y también la sociedad que los riesgos que implica ir a buscar a sus familiares se han incrementado peligrosamente. Ello vale para las búsquedas en vida, como trasladarse a algunas zonas donde abrir el vientre de la madre tierra toca fuertes intereses. No son pocos los sustos y las amenazas al realizar esa heroica labor, lo que obliga al reconocimiento social ante ese sacrificio. Pero ese reconocimiento contempla que la palabra rendirse no está en el vocabulario de las rastreadoras.
Hay algo más y muy digno de destacar en este esfuerzo por enfrentar con dignidad y con propuestas la crisis que estamos padeciendo: un grupo de intelectuales, conformado por ensayistas, novelistas y poetas le está dando cuerpo a una iniciativa que puede trascender la coyuntura y la época, pues se propone conjuntar esfuerzos que nos lleve a puntualizar los elementos centrales de la identidad del sinaloense, a dimensionar la crisis que vive, a situarse en el lugar y la responsabilidad que debe asumir ante ella y a generar todo un proyecto de políticas públicas que tenga como fin la movilización social para enfrentar esta crisis con posibilidades de superarla, y construir el futuro de la sociedad sobre bases sociales más justas y menos desiguales.
Partamos de que hay varias iniciativas para hacer frente a la crisis profunda que tenemos y que ello habla bien de los múltiples recursos con que cuenta la sociedad y su reserva moral indiscutible que le garantiza no suspender las iniciativas más claras y de mayor aliento. Nuestro deber es promover que no cesen las iniciativas y que las que parten de nuestros intelectuales, que pueden convertirse en verdaderos eslabones que jalen la cadena de la vida pública y social, darles mucho impulso pues con ellas podemos acercar la solución a los problemas de hoy, sentando las bases para evitar la repetición de la tragedia social que se incubó desde hace décadas en esta región del país.
No está demás repetir lo que tanto hemos dicho en los últimos meses: promovamos el diálogo entre los diferentes sectores y grupos sociales. Acercarnos y escucharnos permitirá reconocernos como parte esencial de la comunidad a la que pertenecemos. No tenemos que coincidir en todos o la mayor parte de los planteamientos para continuar el diálogo y marchar hacia propuestas concretas encaminadas a la solución de la crisis. La unidad en la acción ha partido siempre de uno o dos acuerdos centrales. Ahora no será la excepción. Que este planteamiento valga para las organizaciones de la sociedad civil y, desde luego, para la autoridad y las organizaciones sociales. Las generaciones de sinaloenses que nos vienen pisando los talones no nos perdonarán ni la inacción ni el error de actuar al margen de un plan general concertado. Vale.
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X @Oscar_Loza