columna joseluisHubo antes del gobierno de Rubén Rocha ineficiencias, omisiones, desvíos y corruptelas en los proyectos económicos que invertía el gobierno, que mejor dejaron de invertir, al grado que se eliminó, como fue aquel fondo de inversiones concurrentes entre el gobierno federal y estatal, que derramaba entre los productores agropecuarios sinaloenses un promedio de 500 millones anuales de pesos, para fortalecer y elevar la reproducción de sus economías, como también ya no se realizaran las inversiones conjuntas entre gobierno y los inversionistas privados, que también desaparecieron, y lo peor es que llegó la realización de negocios privados con recursos públicos como lo fue la construcción del estadio de futbol en Mazatlán y la remodelación de los estadios de beisbol profesional, un saqueo al erario.

 

Al parecer, al llegar a estos tramos, en lugar de combatirlos para frenarlos y orientar adecuadamente el uso de el dinero público, se ha optado por no realizar proyectos económicos estratégicos, al grado de ni siquiera concebirlos, aunque parezcan sueños como los que tuvieron Valdez Montoya y Francisco Labastida cuando fueron gobernadores.

 

Por eso era vital romper con el sistema de planeación monográficas, se requería un plan estatal de desarrollo que revisara las tendencias geoeconómicas, tecnológicas, energéticas, científicas e industriales, para no vivir discutiendo los absurdos de si se instala una planta de amoniaco o no, que lleva casi diez años perdida, y tener la red de gasoductos sin aplicar a la industria ni construir las redes urbanas a zonas industriales de las ciudades, o el caso de mantener sin operar aun una termoeléctrica en el municipio de Ahome, por el absurdo de que pertenece a Iberdrola.

 

Como también la riqueza de los bienes públicos, que no se sabe quién los está usufructuando, como la carretera Benito Juárez y la caseta de peaje de San Miguel Zapotitlán, y quizá existan otros bienes que se desconocen y se han convertido en bienes privados.

 

El gobierno de Sinaloa requiere poner orden en la administración pública estatal y elaborar con esos recursos y los que puedan conseguir con el gobierno federal y el capital privado proyectos que ayuden a la economía sinaloense a reciclarse, y construir un nuevo piso a lo que se ha construido, eliminando contrahechuras, desviaciones y malos manejos.

 

Si no piensan en ese segundo piso que priorice el desarrollo tecnológico en todas las ramas de la economías y se pugne por la creación de industrias modernas de alta tecnología, no seremos capaces de atraer ni capitales nacionales e internacionales, ni se aprovechará la demanda gigantesca que representa el mercado de los Estados Unidos, el mercado más grande del mundo que está implicando también la geolocalización de muchas empresas de otras partes del mundo que necesitan colocarse lo más próximas posibles a ese mercado, y que después o antes de que se saturen los estados fronterizos (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) buscarán territorios más abajo, como Sinaloa, Durango y Baja California Sur.

 

Por eso, no es posible que el gobierno federal, los anteriores y ahora el de la 4T, engañen a los gobiernos de Sinaloa y timen al erario, aprobando presupuestos que no se aplican, como ha ocurrido con los proyectos federales, algunos por más de 40 años, como las carreteras de Choix – Chihuahua y la de Badiraguato – Parral, que año con año les asignan presupuestos y no se aplican, como en muchas otras obras de puentes y carreteras, y que ahora hace unos días los diputados federales “aprobaron” 15 mil millones de pesos para las presas de Picachos, Santa María y el acueducto a Mazatlán, presupuesto que se aprobó también el 2019, 2020, 2021 y 2022 para no irnos más atrás.

 

Y para que el gobierno federal no siga haciendo eso con los recursos que se le asignan a Sinaloa (ya no hablemos de lo que le corresponde), el gobierno de Sinaloa tiene que encarar al gobierno federal, y cuando digo encarar al gobierno federal no sugiero ni pleitos, berrinches ni gritos, se trata de proponérselo con proyectos ¿Para qué nos urgen las carreteras a Chihuahua? ¡Para meter y sacar mercancías hasta los Estados Unidos si se puede! ¿Para qué queremos con urgencia terminar las presas del sur del estado? ¡Pues para concretar el gran mercado turístico que ya abrió Mazatlán y potenciarlo con servicios de calidad y la sociedad eleve su calidad de vida!

 

Pero hay mucho más, la agricultura requiere mayor tecnologización y organización, si se necesita evolucionar genéticamente los alimentos que produce el campo y no perjudica la salud de los animales y seres humanos ¿Por qué oponerse dogmáticamente a ello? ¡Hay que hacerlo e impulsar el crecimiento de la producción agropecuaria! Ya existen varias empresas que han avanzado en eso en Sinaloa, tanto en la producción pesquera, ganadera y agrícola ¿Por qué no recuperar el programa de conservación rural para capitalizar esa perspectiva de desarrollo? Es posible.

 

Los productores y trabajadores de la economía sinaloense están realizando grandes esfuerzos, pero el gobierno de Sinaloa les está quedando en deuda, ya sea por omisión, comisión o colusión, pero no les está ayudando, como se reflejó durante la pandemia cuando se cerraron negocios por centenas y empleos por decenas de miles, mientras el gobierno callaba y se escondía. Los productores sinaloenses necesitan la alianza con el gobierno estatal y trabajar conjuntamente para reorganizar la economía del estado.

 

Los invito a compartir la mesa de análisis político que dirige el Dr. Héctor Muñoz los lunes, miércoles y viernes a las 6:30 de la tarde, con la participación de los analistas Fernando Camacho, Leonel Solís, Oswaldo Villaseñor y un servidor. Los esperamos en Facebook dr hector muñoz

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