El año 2024 se presenta como un reto significativo para la economía de Sinaloa y, por ende, para la vida de miles de familias que dependen de las remesas enviadas desde Estados Unidos. Se estima que los sinaloenses han recibido cerca de 900 millones de dólares en remesas, 300 millones a Mazatlán, 200 a Ahome y 400 a Culiacán, un flujo de ingresos que, al traducirse a pesos, representa aproximadamente 18,000 millones de pesos: un 30% del presupuesto del gobierno estatal y un 3% del Producto Interno Bruto (PIB) del estado. Esta cifra no solo destaca la importancia de las remesas en el sustento de muchas familias, sino que también evidencia la fragilidad de una economía que podría verse amenazada por decisiones políticas ajenas.
Las propuestas de gravar las remesas por parte del gobierno estadounidense, encabezado por Donald Trump, traen consigo un escenario sombrío para quienes reciben este apoyo financiero. Un incremento en el impuesto del 3.5% al 15% podría ser devastador, no solo a nivel individual, sino también para la economía local, que ya se encuentra en una posición vulnerable. Este tipo de medidas son un recordatorio crudo de cómo la política exterior puede influir profundamente en la economía interna de un país, especialmente en uno tan dependiente como México.
A su vez, la presión que Trump ejerce sobre el gobierno mexicano mediante la designación de los carteles de drogas como terroristas añade una capa adicional de complejidad a esta relación. Ahora, más que nunca, el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) deberá reevaluar sus estrategias ante un entorno que cambia drásticamente. La designación de estos grupos criminales no solo afecta la percepción internacional de México, sino que también impacta en las tácticas de seguridad y políticas públicas que el gobierno debe implementar.
La dependencia económica de México respecto a Estados Unidos es evidente, dado que alrededor del 80% de nuestros intercambios comerciales se realizan con nuestro vecino del norte. En este contexto, resulta imperativo que la política mexicana adopte un enfoque más reflexivo y estratégico, donde la coexistencia y la colaboración sean el núcleo del discurso político. La metáfora del enfrentamiento entre David y Goliat cobra relevancia; mientras que México enfrenta a un gigante poderoso, es crucial que nuestra nación aborde la situación con inteligencia, astucia y visión a largo plazo.
Los desatinos de la administración anterior, que prefería gobernar para la grada en lugar de priorizar un triunfo sostenible, nos han dejado con una lección amarga. La estridencia de un gobierno que busca notoriedad puede resultar contraproducente, llevando al país hacia un camino lleno de incertidumbre y adversidad. La necesidad de un discurso pragmático que fomente la cooperación mutua, en lugar de simplemente reaccionar a provocaciones externas, es más relevante que nunca.
Para cerrar, el futuro de Sinaloa y, en general, de México depende de la habilidad de nuestros líderes para transformar una dependencia en una relación de colaboración beneficiosa. El enfoque debe centrarse en construir puentes y no muros, permitiendo que ambas naciones avancen hacia un futuro donde la ayuda mutua sea la norma y no la excepción. En tiempos de tensión política, es esencial recordar que el verdadero triunfo radica en el bienestar común y en la fortaleza ante adversidades compartidas.