columna oscarSer libre es una guerra donde se debe pelear todos los días,

contra todos los poderes, contra todos los miedos.

Leonardo Padura

Mi generación nació sabiendo de una Palestina herida de muerte por la Resolución 181/47 de la ONU. Atrás de ese mandato de las Naciones Unidas quizás había un mea culpa por las atrocidades que en la II Guerra los fascistas, encabezados por Hitler, cometieron contra los judíos, pero ninguna infamia cometida contra pueblo alguno puede justificar y menos abrir las posibilidades materiales para que la historia se repita, teniendo ahora como victimarios a quienes se reivindican como víctimas en el holocausto de la guerra mencionada.

 

Apenas el miércoles leíamos que “el asedio al Hospital Al-Shifa de la ciudad de Gaza continúa este martes y la situación es desesperada para los enfermos, el personal sanitario y los palestinos que habían buscado refugiarse de los bombardeos israelíes dentro de esa instalación”. La tragedia no para allí. La lluvia, que entre nosotros sigue siendo anhelada a pesar de que la temporada de aguas ya nos dijo adiós, se vuelve otro problema más en medio de los bombardeos. La Organización Mundial de la Salud señala que a las inundaciones que afectan a cientos de miles de palestinos, les precedió una larga e insidiosa lista de enfermedades transmitidas por el vital líquido, pues no hay capacidad de bombear las aguas residuales. Las infecciones bacterianas ganan peligrosamente terreno entre los niños.

 

La Agencia de la ONU para los Refugiados en Palestina, informa que atiende a 580 mil personas desplazadas en sus instalaciones en el sur de Gaza. La capacidad de la institución humanitaria está rebasada nueve veces y los riesgos sanitarios en esas condiciones también superan sus capacidades de atención. Algunos saldos de la acción del Estado Israelí en Gaza nos dan una idea de lo que se viven en este pequeño y lastimado territorio de 52 kilómetros de largo por 12 kilómetros de ancho. En el Hospital Al-Shifa conviven aún unos 700 pacientes con 400 ciudadanos del personal sanitario y 3 mil civiles que buscan refugiarse en ese lugar. El hospital no tiene energía eléctrica desde el día 11 de este mes, lo que dificulta mayormente el funcionamiento de la institución.

 

La OMS nos grita desesperada: tienen más de 27 mil heridos que curar, mientras trata de atender las demandas en materia de salud de más de dos millones de palestinos. En los dos últimos días (al 14 del presente) señalan que han dejado de funcionar cuatro hospitales con 430 camas cada uno. Y que el equipo que se ha conseguido hacer llegar a las instituciones de salud son muy insuficientes. No dejamos de pensar que para que la ayuda internacional llegue a la Franja de Gaza pasa por todos los filtros impuestos y hasta el mal carácter de los funcionarios de Israel.

 

Alto al fuego en Gaza pide la OMS y exigen millones de ciudadanos en el mundo. Lo mismo hacen miles de organizaciones de todos los países. Y junto a esa demanda está presente la exigencia de que abran las fronteras para que entre la ayuda internacional. Para todos debe quedar claro que bajo el fuego ninguna población puede llevar una vida normal y que las necesidades esenciales de salud y alimentación no podrán cubrirse si se ahogan los caminos y vías de comunicación hacia el territorio donde viven los palestinos. El alto al fuego es imprescindible en la búsqueda de paz, pues sin esta ni las escuelas, ni los hospitales, ni las oficinas de gobierno, ni los mercados pueden tomar la andadura de una sociedad en marcha.

 

Ni los gobiernos progresistas ni los pueblos del mundo deben permanecer al margen de los acontecimientos en Gaza. Por ello hemos llamado la atención del gobierno de México, para que su postura vaya unos pasos delante de sus declaraciones en las que llama al respeto de los pueblos a la autodeterminación. No se puede permanecer impasible cuando se desarrolla un genocidio contra un pueblo inerme. Por eso volvemos la vista al Tratado de Libre Comercio México-Israel que data del año 2000 y que, arrancando con cifras muy modestas en el intercambio comercial, tan solo de enero a julio de este año México exportó mercancías por un valor de 592 millones de dólares e importó bienes por 101 millones de dólares.  

 

Nuestro país exporta automóviles, teléfonos (de casa y celulares), y camiones para el transporte de mercancías. También unidades de memoria y de proceso. Algunas organizaciones sociales mexicanas han estado exigiendo que México deje de exportar insumos que puedan utilizarse en la fabricación de armas, con lo que estaríamos muy de acuerdo. En este renglón de las relaciones diplomáticas, económicas y políticas de México con Israel tenemos un problema técnico, ¿cuáles son esos insumos? De haberlos urge ubicarlos, con el fin de reclamar una actitud más consecuente del Gobierno de AMLO y tener la satisfacción de que no contribuimos a fortalecer una posición imperial que pretende desaparecer el Pueblo Palestino y su cultura.

 

Después de cinco semanas de agresiones militares y sin visos de que haya alto al fuego, hay un serio riesgo de que la tensión no sólo cobre todo el espacio del Medio Oriente, sino que el conflicto, con todos los compromisos y consecuencias, cubra con el manto gris de la guerra a una buena cantidad de naciones y que desentierren el hacha de guerra. Después de eso todo puede pasar. Y el resto del mundo no estará ajeno a lo que se ha generado en primer término en las coordenadas del viejo territorio palestino. La sociedad tiene múltiples tareas que realizar, pero el insomnio solidario tendrá como colofón la paz y el progreso de Palestina, como Nación, como cultura y como Estado. Vale.

 

 

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