columna jose luis lopez duarte

1° de 3 partes

 

Para el amigo Enrique Gutiérrez un fuerte abrazo y toda nuestra solidaridad por la pérdida de su hermano Feliciano, que en paz descanse.

 

Culiacán ha sido siempre una ciudad con sistemas de movilidad atrasados, permanentemente rebasados por la demanda y nunca la autoridad ha atendido lo suficiente, con las excepciones de Francisco Labastida, Ernesto Millán y Sergio Torres, que, en los momentos de cada quien, supieron implementar cambios trascendentales.

 

Ahora el ayuntamiento que encabeza Jesús Estrada Ferreiro y el gobierno estatal, con Quirino Ordaz, han creado el sistema integrado de servicio público, un plan de transporte público muy ambicioso para toda la ciudad de Culiacán, que, de concretarse, sin duda será un salto de calidad en la movilidad de los culichis, que se estima beneficiará a 700 mil habitantes.

 

Las obras de movilidad de mayor impacto que los gobiernos de Culiacán han realizado, sin duda son las calles de penetración, que construyó Don Ernesto Millán Escalante en el gobierno de Francisco Labastida, y junto con ellos cabe destacar a Sergio Torres, con el “Par Vial” que desfogó el tránsito vehicular del centro de la ciudad.

 

Todas estas obras fueron con recursos público propios, y ninguna ameritó endeudamiento, ni por el gobierno estatal ni por el municipal, a diferencia de la gran obra que significa el “metrobus” de Culiacán, que recibirá financiamiento de FONADIN (Fondo Nacional de Infraestructura) mediante un crédito que otorgará BANOBRAS por un total del 50% a fondo perdido, y el otro 50% lo aportará el gobierno del estado y el gobierno de Culiacán (25% cada uno), seguramente a fondo perdido también, aunque no lo dicen en el proyecto.

 

Hasta aquí todo está muy bien, lo complicado viene al terminar la obra y conocer quién va a administrar la empresa que se creará, para lo que el proyecto contempla establecer una empresa privada (un fideicomiso privado), que mediante concesión se hará cargo, después que todo esté construido.

 

El monto del costo de la obra se calcula en 3 mil millones de pesos, de los cuales se invertirán 1500 millones por el gobierno federal, 750 millones por el gobierno del estado y otros 750 millones por el gobierno municipal de Culiacán.

 

En pocas palabras, se está creando un sistema de transporte público, con dinero público, para que lo administre una empresa privada.

 

Antes, cuando los hospitales de MALOVA, hablamos de empresas privadas (asociaciones público privadas) que pretendían construir hospitales con dinero privado, administrarlo 25 años y garantizar sus ingresos embargando ingresos fiscales de la federación para el estado.

 

Ahora está peor, se pretende hacerle un negocio a una empresa privada para que lo opere y administre sin invertir ningún peso, y obviamente solo se comprometerá a darle mantenimiento y garantizar el funcionamiento.

 

Quién sabe cuántos gatos negros encierra este proyecto, pero no pinta para nada bien “oficializar” la inversión pública para negocios privados, como se viene haciendo con los estadios de beisbol y futbol, que a todas luces representan verdaderos latrocinios disfrazados de inversión pública “para servicios de la sociedad”.

 

Sí, el proyecto y la obra del “metrobus” son muy aceptables para Culiacán, y hay que felicitar a las autoridades por la gestión financiera, pero volver a entregar una inversión pública a empresas privadas me parece un desatino, así cualquiera se hace empresario y nos recuerda la frase muy vieja de los campesinos sinaloenses “Con tierra, agua y tractor… cualquiera es agricultor”