columna jose luis lopez duarte

En las elecciones del pasado 06 de junio, participaron diez partidos políticos nacionales y 70 partidos estatales, de los que sobrevivieron 7 partidos nacionales y 16 partidos estatales, el resto perdieron su registro.

 

Las elecciones tuvieron una duración de tres meses (uno de precampaña y dos más de campaña), es decir 90 días, y entre todos movilizaron a un millón de activistas y promotores, el INE movilizó a otro millón de ciudadanos y entre todos emitieron 3 millones de mensajes electrónicos en radio y televisión, y una cifra muy superior en redes sociales.

 

Entre el INE, que gastó más de 9 mil millones de pesos, y los partidos políticos, que gastaron más de diez mil millones, sumaron 20 mil millones de pesos, con un resultado de 47 millones de votos.

 

Mientras que en la consulta ciudadana del pasado domingo, el INE gastó 500 millones, instaló sólo el 30% de las casillas de la elección de junio (50 mil, contra las 165 mil de la elección de junio), tuvo una campaña de promoción de 15 días (del 15 de julio al 31 de julio), el INE reclutó a 250 mil ciudadanos, para presidir las casillas y el resultado fue de 6.6 millones de votos.

 

Comparando ambos procesos podemos encontrar las siguientes diferencias. Primero, que la elección de junio tuvo seis veces más días de promoción que la consulta (90 días contra 15 días). Segundo, hubo un gasto de 20 mil millones de pesos en las elecciones, mientras que en la consulta se gastaron 500 millones (40 veces más en la elección). Tercero, la elección tuvo una promoción infinitamente superior a la consulta, con más de un millón de activistas en las calles, y a la consulta fueron contados ciudadanos. Cuarto, la publicidad escandalosa de la elección contra prácticamente cero de la consulta. Quinto, hubo más de tres mil cargos públicos en disputa en la elección, en la consulta ninguno. Sexto, en la elección participaron múltiples órganos empresariales, religiosos y sociales de todo tipo, mientras que en la consulta no participó ninguno. Y, por último, cada voto de junio costó un promedio de 425 pesos, mientras en la consulta costó 75 pesos.

 

Por todo lo anterior, debe considerarse un éxito rotundo, en todos los sentidos, la consulta del domingo primero, del trabajo que realizó el INE y el gran esfuerzo de los ciudadanos.

 

Es cierto que en el camino ha habido múltiples errores de muchos, pero al final, el primer ensayo legal sobre la democracia participativa en México ha sido posible y con resultados alentadores.

 

Sí, resultados alentadores para una sociedad con una cultura social de competencias por cargos, pero no por ideas e intenciones de cómo deben ser los gobiernos, donde lo que vale no es tal o cual cargo para esta o aquella persona, sino el privilegio de mandar al gobierno tal o cual política, que se aspira sea para el beneficio colectivo y no de personas o grupos específicos.

 

La consulta nunca debió ser una iniciativa en disputa, y en lo que todos debimos avocarnos, ojalá y que la lección la hayamos asimilado y que, en el futuro, como demócratas convencidos, se realicen sin controversias, ni contratiempos. Ojalá, deveras. Tenemos que madurar.