columna jorge luis telles circular

= El 7 por ciento de participación invalidó el resultado

 

= Se requería cuando menos de 40 puntos porcentuales

 

= Contundente victoria del “si”; pero sin efectos legales

 

= Nuevo reconocimiento de AMLO a Quirino Ordaz Coppel

 

= Que con Rocha ahora “si le irá bien a Sinaloa”. ¡Ojalá!

 

Lo esperado:

Un fracaso total, contundente, catastrófico, la consulta popular organizada por el Instituto Nacional Electoral – pero a petición del presidente Andrés Manuel López Obrador – para ejercitar acción penal en contra de los últimos ex presidentes: de Carlos Salinas de Gortari y hasta Enrique Peña Nieto, pasando por Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox y Felipe Calderón.

Cierto, el “no” obtuvo una victoria aplastante sobre el “si”, lo que no constituye sorpresa alguna; pero el porcentaje de votación fue apenas superior al 7 por ciento, cuando se requería un mínimo de 40 puntos porcentuales, según las reglas marcadas por el INE.

Así, subrayamos, el experimento resultó todo un fracaso y se irán al caño los 500 millones de pesos que implicó montar este proceso, apenas dos meses después de las últimas elecciones.

Hay que dejar claro que, de cualquier modo, el presidente López Obrador mantiene sus facultades legales para llevar a juicio a sus antecesores y todavía lo puede hacer, independientemente del resultado de la consulta; pero esto ya pinta complicado, por donde usted lo quiera ver, máxime que AMLO es el partidario número uno de esta clase de ejercicios aparentemente democráticos.

Y no hay que buscarle mucho: la gente no compareció a las urnas, por muchas razones:

Una de ellas, por el espectacular repunte de la pandemia del covid, que nos obliga a salir de casa solo en situaciones ineludibles.

Otra, porque hay otras razones de peso, para una verdadera preocupación.

Y otra más, simplemente por su desacuerdo con esta práctica, desde la perspectiva de lo innecesaria que era; por su rechazo a una erogación que se pudo canalizar hacia la satisfacción de otras necesidades y porque a la ciudadanía le valió madres, simple y sencillamente.

Digo.

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Y bien.

En su reciente visita a nuestro estado, el presidente Andrés Manuel López Obrador refrendó públicamente las buenas relaciones político-institucionales que siempre ha guardado con el gobernador Quirino Ordaz Coppel; pero también tuvo cálidas expresiones en favor del gobernador electo de la entidad al pronosticar que a Sinaloa “le irá muy bien con la administración de Rubén Rocha Moya”, misma que se pondrá en marcha ya el primero de noviembre venidero.

López Obrador, en efecto, estuvo aquí en una gira de dos tiempos el pasado fin de semana, la que incluyó la celebración de su tradicional conferencia mañanera del viernes -en las instalaciones de la base militar El Sauz -, una reunión para conocer el avance real de la carretera Badiraguato-Parral y un recorrido por la carretera San Ignacio-Tayoltita. En un “inter” aprovechó para visitar la comunidad de Tamazula, que aunque se ubica en el vecino estado de Durango, más bien parece una extensión de Sinaloa.

En lo particular, el columnista carece del dato preciso de las ocasiones en las que AMLO ha visitado Sinaloa dentro del periodo gubernamental de Quirino Ordaz Coppel -incluso desde la primera vez que vino como presidente electo, en septiembre de 2018 -; pero ya superan, con mucho, las giras de cualquier otro presidente, ya sea emanado de las filas del PRI o de las de Acción Nacional.

Andrés Manuel ha tenido, en efecto, mucho contacto personal con Sinaloa lo que a contribuido, sin duda, al fortalecimiento de sus nexos con el gobernador priista Quirino Ordaz Coppel, situación que, en sentido contrario, no se ha traducido en logros para Sinaloa. Y si los ha habido han sido de poca relevancia. En lo general la obra federal se encuentra estancada (carreteras, presas, hospitales) si bien los programas de asistencia social – que tienen alto contenido político – si han fluido puntual y oportunamente a lo largo y a lo ancho de nuestro Estado.

A la fecha, aquella frase de Quirino en el sentido de que con AMLO a Sinaloa “le iría a toda madre”, no ha pasado de una mera expresión política; pero quizás con Rubén Rocha Moya, las cosas sean diferentes para nuestro Estado.

Ahí están, para no ir muy lejos, los flamantes hospitales generales reducidos a condición de tristes “elefantes blancos” por carecer del equipamiento médico más elemental; las presas del sur del Estado que se deterioran y azolvan día a día y las obras de las carreteras cuya característica medular es su desesperante lentitud.

Al menos en lo que concierne al Hospital General de Culiacán -habilitado de nuevo como centro de atención a Covid – el presidente López Obrador ya le prometió en público al gobernador Quirino Ordaz, que lo acondicionará adecuadamente para antes de que concluya la actual administración estatal, lo que es alentador ciertamente (más en las actuales condiciones), pero no precisamente una garantía de cumplimiento.

Esa buena relación de la que habla AMLO y de la que tanto presume Ordaz Coppel queda exclusivamente en lo político; pero sin transitar a la etapa de las realizaciones, que es lo que todos los sinaloenses hubiésemos querido.

En fin.

Afortunadamente vendrán tiempos mejores para Sinaloa, como ya lo garantizó el presidente, ahora que Rubén Rocha asuma la gubernatura del Estado. La relación entre los dos, en efecto, es muy buena y muy vieja porque viene desde la época de los noventas y no se erosionó ni tan siquiera durante los años en los que Rubén trabajó para gobiernos del Partido Revolucionario Institucional, tanto en las esferas estatales como en las federales. “Pelillos a la mar”, dirían los clásicos.

Ahora, presidente de la República y el próximo gobernador de Sinaloa son militantes del mismo partido político; son viejos amigos y transitan por el mismo proyecto político en común.

Así que ahora si le irá bien a nuestro Estado. A lo mejor no “muy bien”; pero si bien, en lo general.

Y le puede ir bien no con nuevos y ambiciosos proyectos, sino tan solo con atender -lo que implica autorizaciones presupuestales – aquellos que ya están en marcha, como las presas del sur (inadmisible pensar en una más), la conclusión de los hospitales y la terminación de las carreteras ya señaladas, a las que Rocha Moya ha agregado una más: la de Los Mochis hasta Chihuahua, varada por la falta de un puente en las inmediaciones de la presa “Luis Donaldo Colosio”, en el municipio de Choix.

¿Qué os parece?

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Por otro lado.

Tras varios meses de absoluto relajamiento, el gobernador del Estado de California, en los Estados Unidos, ha girado indicaciones para que en todos los condados incluidos dentro de su jurisdicción se retome el uso del cubre bocas (o mascarillas) en especial en lugares cerrados; se observe la práctica de la sana distancia y se apliquen medidas sanitarias tan conocidas como el uso constante del gel, el lavado de manos y la reducción en número de las reuniones sociales o familiares.

En algunos condados las disposiciones se acatan al pie de la letra; en otros, de manera parcial y en algunos más son francamente ignoradas. Cada autoridad regional aplica sus propios criterios particulares, frente al embate de la tercera ola de Covid-19.

Y es que todavía hace algunas semanas, California parecía haberse olvidado del covid, al ignorar tales medidas, bajo el argumento de que la mayor parte de la población cuenta con el esquema completo de vacunación contra el coronavirus, lo que motivó a autorizar la presencia de público al cien por ciento en los estadios de futbol, beisbol, basquetbol y otras disciplinas; la apertura de museos, parques públicos y centros de diversión (lease: Disneyland y Estadios Universal); la operación normal de los grandes centros comerciales y el funcionamiento de bares, restaurantes y otros establecimientos.

En suma: el covid ya era cosa del pasado. En California y en otros estados de la Unión.

Sin embargo, los repuntes de la enfermedad han obligado al gobierno a retomar las medidas sanitarias; pero sin llegar, todavía, a la parálisis de la economía, ni tan siquiera parcial. Además, las vacunas están por todos lados y para todas las edades. Usted puede apreciar centros de vacunación en farmacias, grandes almacenes, sanatorios y hospitales. Y no hay requisito alguno: usted simplemente pide su vacuna y se la aplican sin mayores preguntas. Incluso de que marca prefiere. No se ha inmunizado solo el que no ha querido. Así de sencillo.

Y ahora, el presidente Joe Baden hasta ha ofrecido una gratificación del orden de los cien dólares, a quienes acudan a solicitar su vacuna contra Covid.

Algo que nos llamó la atención – durante estas dos semanas que estuvimos por allá – es que en las principales ciudades del centro y el sur de California y sus respectivas zonas conurbadas (Los Angeles y San Diego, por ejemplo) no se observa, para nada, una situación de profunda preocupación, ni mucho menos de pánico, como si se aprecia aquí en Culiacán.

Quizás allá la gente ya procesó y asimiló que se tiene que aprender a vivir con el coronavirus y eso es lo que hacen ahora, precisamente. Una vida prácticamente normal.

Claro que imitar aquí a nuestros primos de los Estados Unidos sería complicado. A diferencia de allá -con aquellos conglomerados urbanos tan grandes -, aquí las redes sociales amanecen día a día con nuevos inventarios de muertes, records de casos y registro de reducida disponibilidad en hospitales públicos y privados en las principales ciudades de la entidad.

Esto, quiérase que no, asusta al más pintado. Asusta y apanica.

Bajo estas circunstancia va a ser muy difícil que cuando menos hagamos el intento de volver ya no a la normalidad de antaño sino a la nueva normalidad que nos enseñó el tristemente célebre Hugo López-Gatell, a la culminación de aquellos dos meses en los que estuvo en vigor la llamada Jornada Nacional de Santa Distancia. Hablamos, para poner las cosas en contexto del 31 de mayo del año pasado.

Y si de por sí ya estábamos en una situación estresante, imagínense ahora con los catastróficos pronósticos de nuestro secretario de Salud, el doctor Efrén Encines, que contribuyen a redoblar aún más nuestra preocupación e intranquilidad.

Que Dios nos agarre confesados.

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Y bueno.

Tras dos semanas de necesario asueto, regresamos a nuestra rutina diaria y a nuestra presencia en los diferentes espacios de comunicación, que generosamente nos prestan alojamiento:

El noticiario Alta Voz, del grupo Chavez Radio, de lunes a viernes, a las 8: 30 horas.

Las Palabras y los Hechos, con Lepoldo Avilés, los lunes, a las 2 de la tarde.

Eva Guerrero, en Viva Voz, los miércoles, a las 14: 45 horas.

Nuestra columna Agenda Política, tres días a la semana: lunes, miércoles y viernes.

Y los que resulten en estos días.

Gracias por todo a quienes nos favorecen con su atención y volvemos a la normalidad, en el mero centro de esta terrible pandemia que no tiene para cuando.

Dios los bendiga. Ahora y siempre…