columna jorge luis telles circular

= Los mismos ofrecimientos de años atrás.

 

= Picachos y Santa María; el sueño de los justos

 

= QOC supervisa pueblo para los desplazados

 

= Lejos, el inicio de clases presenciales en Sinaloa

 

= Otra crisis, más seria que todas: la de la sequía

 

Los ofrecimientos del presidente Andrés Manuel López Obrador a Rubén Rocha Moya (candidato ganador de la elección para gobernador) son exactamente los mismos que le hizo al gobernador Quirino Ordaz Coppel, como presidente constitucional electo en el otoño del 2018. A Quirino no le cumplió por las razones que usted guste y mande; a Rocha Moya, quizás sí -aunque solo parcialmente porque el tiempo ya no le alcanzará, ante la magnitud de las obras- en tratándose de dos actores militantes del mismo partido político.

Hablamos de: la conclusión de las presas Picachos y Santa María en el sur del Estado (con sus respectivos sistemas de riego); la terminación de la carretera Badiraguato-Parral y la construcción del puente de la presa Huites, que tiene detenido el eje carretero Topolobampo-Chihuahua.

Esas obras, de hecho, también se las prometió Enrique Peña Nieto a Quirino Ordaz Coppel y tampoco le cumplió.

Y recordemos, precisamente, que fue con las banderas alusivas a las presas Picachos y Santa María, con las que Quirino Ordaz arrancó su campaña en la primavera de 2016 en el valle de San Lorenzo, ante la creciente necesidad de activar la producción agrícola en el sur de la entidad; pero lo que Sinaloa recibió (en la coincidencia de los mandatos Peña Nieto-Ordaz Coppel) fueron mejoralitos contra el cancer. Cantidades ridículas que no alcanzaban ni tan siquiera para el desazolve de las mismas,

Cuando vino López Obrador a Sinaloa, como presidente electo, le ofreció a Quirino que contaría con los recursos federales suficientes como para terminar la maldita carretera Badiraguato-Parral (está en proceso de construcción desde el gobierno de Alfonso G. Calderón) y todavía fue más allá: “y no con asfalto, sino con concreto hidráulico, señor gobernador”.

Y fue entonces cuando Quirino soltó aquella frase inolvidable: “con López Obrador a Sinaloa ¡le irá a toda madre…!”

Los recursos, sin embargo, nunca llegaron.

Y la situación de las presas Picachos y Santa María, así como la carretera Badiraguato-Parral y el puente monumental en Choix está todavía exactamente igual, aunque existen motivos lo suficientemente fuertes como para pensar que ahora si fluirán los recursos federales y que Rubén Rocha Moya pueda entregar buenas cuentas a los sinaloenses a la conclusión de su mandato gubernamental.

Ojalá.

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Y bien.

Como reportero de las fuentes oficiales me tocó cubrir la inauguración de la presa de Cosalá y la de Bacurato-Sinaloa, por el presidente José López Portillo, durante el sexenio gubernamental de Antonio Toledo Corro. (Obligado el uso de la primera persona).

Más tarde, la de Choix, por el presidente Carlos Salinas de Gortari, a la que se le impuso el nombre del malogrado candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Y ahí, con la cobertura en el centro y en el norte del Estado finalizó el proceso de la gran infraestructura hidráulica para Sinaloa, a pesar de contar con todo un sistema pluvial en el sur, como lo son los ríos Piaxtla, Quelite, Presidio y Baluarte, con caudales de agua desperdiciada en los mares de la entidad.

El inicio de la construcción de las presas Picachos y Santa María (en los tiempos de Jesús Aguilar Padilla como gobernador) marcó también el comienzo de la esperanza para los pequeños productores agrícolas del sur de Sinaloa, máxime cuando su avance -en el sexenio de Felipe Calderón – rompía toda la expectativa; sin embargo, los problemas comenzaron a surgir, por discrepancias en el reacomodo de los desplazados. El tema alcanzó niveles de imposible solución y las obras quedaron detenidas, justo en el punto que usted conoce, de años atrás.

Cierto, construir una presa requiere de miles de millones de pesos y construir dos pues todavía de recursos estratosféricos, superiores, inclusive, a los presupuestos de algunos estados de nuestro país; sin embargo, más caro lo es todavía permanecer indiferente ante el deterioro de obras de esta naturaleza, cuya operación, en efecto, significará el detonante económico del sur de Sinaloa, basado en el turismo, la ganadería, la minería y la agricultura de temporal.

Hay que puntualizarlo: terminar estas dos presas en lo que resta del sexenio de López Obrador será, simple y sencillamente, una misión imposible; pero si es factible registrar avances considerables, para que Rocha pueda gestionar la culminación total en su segundo trienio como gobernador de nuestro Estado.

Ya se aprecia, incluso, movilización de maquinaria y personal en la presa Santa María, lo que en una de esas y si es una incipiente cadena de buenas noticias para Sinaloa.

Ojalá.

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Por cierto.

Apenas el sábado pasado, el gobernador Quirino Ordaz Coppel supervisó las obras de construcción del asentamiento donde se edifican las nuevas viviendas que serán habitadas por las familias que residen actualmente en los terrenos de la presa Santa María, en el municipio de Rosario.

La inversión es del orden de 100 millones de pesos y los trabajos avanzan en tiempo y forma, según lo anunciado por el titular de la Secretaría de Obras Públicas, Osbaldo López Angulo.

Y de conformidad con lo comunicado por el jefe del Ejecutivo Estatal se trata, de hecho, de un nuevo pueblo, que se levanta en coordinación con los comuneros. Se trata de 58 viviendas, que es el mismo numero de viviendas residentes en Santa María, independientemente de las obras de agua, drenaje y energía eléctrica, desde luego.

A lo anterior hay que agregar un centro educativo preescolar, de primaria y telesecundaria, para atender la demanda educativa de los hijos de los comuneros.

Esta primera etapa concluirá en septiembre, a más tardar.

Se trata, indudablemente, de una buena noticia, no exenta de los contratiempos del pasado. La tenencia de la tierra ha sido siempre un grave problema y si esto se resuelve entonces si habrá motivos para pensar en tono optimista.

¿No?

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A propósito.

También en este último fin de semana, en Mazatlán, el gobernador Quirino Ordaz inauguró formalmente la ciclovía Sábalos-Cerritos, de 4 kilómetros de longitud, cuya operación posiciona al puerto de Mazatlán, dentro del grupo de destinos turísticos de clase mundial, que impulsan el uso de las bicicletas. Le acompañó el presidente municipal Luis Guillermo Benítez Torres.

La nueva ciclovía se suma a 8 kilómetros más recientemente construidas en Mazatlán. Una de ellas, a lo largo del malecón (avenida del mar y olas altas); la otra, en la remodelada avenida Rafael Buelna.

De paso, Mazatlán se convierte en el destino turístico de mayor inversión en recursos públicos, durante los últimos años. Incluso, por encima de Puerto Vallarta y Can Cún.

Justo es reconocer que obras de esta naturaleza es poner como prioridad -más allá de la espectacularidad de las mismas- la seguridad de los residentes del puerto y de los turistas, quienes suelen utilizar este vehículo como medio de transporte o como de esparcimiento y recreación. Y ya el uso de la bicicleta no es una moda, sino una costumbre que se expande por las principales ciudades del mundo.

Así de sencillo.

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Por otro lado.

El nuevo rebrote de Covid-19 en nuestro Estado cancela, de momento, las proyecciones en el sentido de reanudar la impartición de clases presenciales a partir del primer semestre del ciclo escolar 2021-2022, programado para iniciar a finales de agosto venidero.

Y es que un requisito ineludible para las clases de manera presencial es la ubicación en verde del semáforo epidemiológico nacional, condición que Sinaloa ya perdió al retroceder a amarillo, con grave riesgo de caer al naranja, ante el repunte de contagios en el Estado, que ya de nuevo superan los cien por día, según los últimos reportes de las autoridades responsables.

Tiene que reconocerse que la situación por Covid-19 en Sinaloa marchaba bien y las proyecciones mejor; sin embargo, la última estadística obliga a replantear los pasos a seguir durante los próximos meses.

Y por lo pronto, clases presenciales en septiembre parece ya algo materialmente imposible.

Quizás para meses más adelante; pero no en septiembre, por desgracia.

Es más, de un momento a otro, la secretaría de Salud del gobierno del Estado dictará lineamientos adicionales a los ya conocidos, en aras de controlar el repunte que se vive en la actualidad y de volver a la amigable estabilidad de que gozábamos todavía hasta la última semana de mayo, por ejemplo.

Ignoramos de que magnitud serán tales disposiciones; pero tienen que ser enérgicas y equilibradas: cuidar la salud, por encima de todo; pero sin atentar contra la economía, para evitar volver a la grave crisis del año pasado.

En fin.

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Y bueno.

Otra crisis que quizás aún no ha sido valorada en su exacta dimensión es la causada por la sequía, la que nos puede arrojar a una situación dramática en Sinaloa, al igual que en otros estados del Norte de nuestro país.

Cierto, ya comenzó a llover y los pronósticos para esta semana son buenos; pero se requiere de una temporada pluvial más que buena para superar la situación.

El propio presidente municipal, Jesús Estrada Ferreiro y el gerente general de JAPAC, Jesús Higuera Laura, salieron hace unos días a las calles a fin de establecer comunicación directa y personal con la ciudadanía -en el cruce de la avenida Alvaro Obregón y el boulevard Madero – para iniciar una campaña de concientización orientada a crear una nueva actitud social basada en el buen uso del agua en todos los hogares de Culiacán.

Hay que hacerlo. No tenemos de otra.

¿O sí?

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Ya nos vamos. Cuídense mucho y Dios los bendiga. Ahora y siempre…