= Solo lo supera el de Yucatán, Mauricio Vila

 

= A menos de tres semanas de ceder el mando

 

= Nada definido en cuanto al gabinete de Rocha

 

= Mazatlán exige para todo, certificado de vacunas

 

= La peor actuación en Olímpicos, del 68 a la fecha

 

A poco menos de tres meses de cederle la estafeta a su sucesor (Rubén Rocha Moya), Quirino Ordaz se sostiene como el segundo gobernador mejor evaluado del país, de conformidad con el ensayo mensual de la compañía Mitofsky. Mauricio Vila, de Yucatán, conserva el primer lugar, según el mismo sondeo.

Quirino tiene la aprobación del 71. 8 por ciento de los ciudadanos sinaloenses consultados, contra un rechazo del 28. 1 por ciento. Vila, por su parte, cuenta con aceptación del 72. 5 por ciento de la población consultada, en el estado de Yucatán.

Vila, milita en las filas de Acción Nacional; Ordaz Coppel, en el Revolucionario Institucional.

Debajo de Quirino, aparece Miguel Riquelme, de Coahuila, con el 66. 7 por ciento; Francisco Domínguez, de Querétaro, con el 63. 3 y Jaime Bonilla, de Baja California, con el 63. 2. Riquelme es del PRI; Domínguez, del PAN y Bonilla, de MoReNa.

En sentido contrario, los gobernadores peor evaluados son: Jaime Rodríguez, de Nuevo León (Independiente); Francisco Javier Cabeza de Vaca, de Tamaulipas (PAN); Javier Corral, de Chihuahua (PAN); Ignacio Peralta, de Colima (PRI) y Antonio Echavarría (PAN), del vecino estado de Nayarit.

En el trabajo estadístico de Mitofsky, Quirino ha figurado, habitualmente, en primero o segundo lugar. Otras compañías especializadas en esta clase de temas lo han ubicado invariablemente dentro de los primeros cinco peldaños.

Dice una vieja sentencia de la política mexicana que cuando un gobernador, presidente municipal o presidente de la República, incluso, está por entregar el poder (como es el caso), sus defectos afloran por todos lados y sus virtudes comienzan a escasear, además de que ya son aburridas para todo el mundo, además de irrelevantes.

Bajo esta circunstancia, más que buena la calificación obtenida por Quirino en las encuestas levantadas por Mitofsky en diversos puntos de la entidad. Una aprobación del 71. 8 por ciento no es cosa menor, a once semanas de entregar el poder.

Salvo su mejor opinión, amigo lector.

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Mientras.

Por allá a mediados de julio pasado, Rubén Rocha Moya bosquejó su posible gabinete y lo escribió -dijo- en un papel común y corriente.

Solo que lo hizo con lápiz, no con pluma.

Y esto quiere decir -expresado por él mismo- que algunos de los nombres ahí plasmados pueden ser borrados en cualquier momento.

Dicho de otro modo: no hay nada seguro. Para nadie.

Quizás sí: Adriana Ochoa del Toro, que será la titular de la coordinación de comunicación social del gobierno del Estado, a partir del primero de noviembre venidero. Alejandro Higuera, ciertamente, tiene nombramiento como secretario particular del gobernador electo; pero el “Diablo” no cuenta con garantía alguna de ratificación.

Otro seguro -expresado por el propio gobernador electo- es Héctor Melesio Cuen Ojeda, presidente del comité estatal del PAS, uno de los dos partidos que postuló a Rocha como candidato a la gubernatura de la entidad; sin embargo no hay claridad en cuanto al destino de Cuen Ojeda al interior del gabinete legal del nuevo gobernador. Las especulaciones lo mueven de la secretaría general de Gobierno, a la de Educación Pública y Cultura y hasta a la de Salud, en función de su carrera profesional como químico farmacobiólogo. También podría ir a la de Desarrollo Económico; es un empresario muy exitoso.

Y hay más, por supuesto, especialmente aquellos que estuvieron con Rocha en su lucha y que obviamente merecen justificadamente compartir su éxito; pero no hay mucha claridad en cuanto a las definiciones del gobernador electo.

Y bueno, es que también hay esto:

Ante tanta insistencia y presión por parte de los representantes de los medios de comunicación, Rocha Moya ha adelantado que dará a conocer su gabinete en el curso del mes de septiembre; pero la verdad de las cosas es que no hay absolutamente nada que lo obligue a ello.

La costumbre es cumplir con este protocolo, un día antes de la fecha de toma de posesión; sin embargo, Rocha lo puede hacer cuando le venga en gana, sin coacción de ninguna naturaleza.

Así las cosas, a juicio del columnista las decisiones del gobernador electo en tal sentido se van a extender hasta la última semana de octubre, por lo menos. Y es que si hay tiempo suficiente para meditar y reflexionar las cosas antes de decirlas ¿para que una precipitación que se traduciría en ajustes al interior del gabinete en sus primeros meses de gobierno?

Pendientes.

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En tanto.

El Químico Benítez lo anticipó y lo cumplió:

En restaurantes, centros comerciales, tiendas de conveniencia, centros de diversión y en todas partes de Mazatlán, se exige, desde el sábado anterior, certificado de vacunación Covid para el acceso, como parte de una serie de medidas para contener la propagación del coronavirus en la que es la segunda ciudad más importante de la entidad.

Cierto, quienes cuidan las puertas de entrada de los negocios, no son así como muy drásticos sobre el particular, de tal manera que no cotejan el documento -que usted puede presentar en su teléfono celular – con la tarjeta oficial de identificación, o con cualquier otra credencial; pero el intento, por lo menos, es bueno, como buena es, en los momentos actuales, toda estrategia que tenga como finalidad el adecuado restablecimiento de las condiciones sanitarias en la entidad.

Aquí en Culiacán, el presidente municipal Jesús Estrada Ferreiro anunció una disposición similar; sin embargo su puesta en vigencia está en veremos. Quizás le de luz verde una vez que conozca los resultados de la medida en el puerto del sur de nuestro Estado.

Hay que dejar claro que no se trata de un acuerdo a modo para ganar un concurso de popularidad porque no son pocas las personas que se oponen a ello -como rechazan, incluso, la posibilidad de ser vacunados -; pero es obvio que no hay peor lucha que la que no se hace y en este caso es obligación de los tres niveles de gobierno agotar todo género de alternativas para contener el avance del coronavirus.

Quizás resulte molesto de algún modo. De acuerdo. Sin embargo más molesto y dramático será tener que utilizar una cama de hospital (con posibilidades cuestionables de recuperación) como derivación directa de la apatía oficial y de nuestras responsabilidades, por supuesto.

¿No?

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Por cierto.

En plena temporada vacacional -aunque hay que aclarar que ya concluyó el asueto de los trabajadores de los tres niveles de gobierno y de instituciones de educación media y superior – el puerto de Mazatlán presenta, por desgracia, una estampa estremecedora, de desolación, de triste pronóstico en cuanto a la recuperación de la economía regional (y con ella también la del Estado) basada en el turismo y sus actividades vinculadas.

Sin contar con un dato oficial, ni tampoco con una declaración al respecto, es fácil apreciar el dramático desplome de la ocupación hotelera en la ciudad, como resultado natural de la cancelación de las reservaciones de habitación, ante la incidencia de covid en el puerto que es, hay que apuntarlo, notablemente inferior a la que registra Culiacán, por ejemplo.

Ayer, de regreso a Culiacán -tras un fin de semana con todos los cuidados habidos y por haber – el escenario era estremecedor para un domingo por la mañana.

Desolación a lo largo de la avenida del Mar, de la zona Dorada, de olas Altas, en el embarcadero, en restaurantes, en los excelentes centros comerciales con los que cuenta nuestro siempre querido puerto de Mazatlán, uno de los orgullos de Sinaloa.

A final de cuentas, las campañas en contra de visitar Mazatlán -por aquello del Covid – surtieron efecto; pero las consecuencias económicas serán de desastre, una vez que se lleven a cabo los análisis correspondientes. Jamás había visto un tráfico tan fluido y una asistencia tan parca de gente, como la observada este fin de semana, por aquellos lares del sur de la entidad.

La pandemia, luego de algunos meses de estabilidad, da golpes de nocaut aquí y allá. Nos trae de pilar a poste. Por todos los ángulos del ring.

Sin embargo, está en nosotros salir adelante. Aún somos dueños de nuestro destino.

¿O tiramos la toalla de una buena vez?

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Por otro lado.

La cosecha de medallas obtenida por la delegación que representó a nuestro país en Tokio 2020 (más 1) es la peor en Juegos Olímpicos, desde México-68 y hasta la fecha, excepto Atlanta-1996, donde hicimos el ridículo más grande de la historia.

En efecto, concluyó ya la Olimpiada en Japón y el saldo es deprimente: cuatro medallas de bronce y 7 ¡cuartos lugares! Como vil consuelo.

Nos superaron: Ecuador, Venezuela, Puerto Rico, Colombia y República Dominicana, entre otros.

Y algo más: la última ocasión en que se escuchó el himno nacional mexicano en unos Juegos Olímpicos, fue en el estadio de Wembley, Londres, en 2012, gracias a la medalla de oro dignamente obtenida por una selección que tuvo la capacidad suficiente de vencer a Brasil (2 goles contra 1) en la gran final.

Río de Janeiro 2016, nos pasó de noche.

Y Tokio 2020, también.

México, en efecto, tiene infinidad de problemas de todo tipo, de tal modo que podría parecer hasta criticable que alguien se ocupe de esto nuevo fracaso del deporte nacional, que no por esperado, deja de ser tremendamente doloroso.

Suyos los comentarios, amigo lector.

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Hasta aquí por hoy.

Feliz semana en pandemia. Cuídense mucho. Y Dios los bendiga. Ahora y siempre…

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