La montaña

Larga sequía y abandonados por Tlaloc

columna oscar¿A quién contarle estas historias

que sólo saben a lágrimas y a angustias?

Rosaura Revueltas

 

Las presas de Sinaloa tienen sed. Sus reservas de agua apenas llegan a poco más del 19 por ciento de sus vasos, de acuerdo a la información de Conagua. El almacenamiento de ahora es menor en cuatro mil 379 millones de metros cúbicos que el año pasado en las 11 obras hidráulicas del estado en funcionamiento. Por ello hubo cambios severos en las políticas públicas hacia el campo. Ya hemos comentado que se restringió el número de hectáreas a sembrar y se orientó el apoyo hacia cultivos como frijol, garbanzo y cártamo.

 

Sinaloa vio crecer el número de municipios de 18 a 20, pero el número de comunidades que padecerán escasez también van creciendo, pues de las 335 poblaciones atendidas el año pasado con pipas, esta temporada de secas que ya está encima se espera llegar a las 500. En los años anteriores se llevaba el vital líquido a partir de abril a los pueblos que han agotado sus mantos freáticos, este año empezarán desde los primeros días de marzo. Eso ha dicho la secretaria de bienestar y desarrollo sustentable, María Inés Pérez Corral. Otro dato que preocupa es que el estiaje no se limitará a los 11 municipios tradicionalmente secos, ahora se informa que ninguna municipalidad quedará a salvo del agostamiento en los próximos meses de sol y sin lluvias. Sinaloa, como ya se ha precisado en los últimos años, entra en las zonas del país que tienen problemas graves en materia de recursos hídricos. No exageramos si decimos: la crisis del agua se profundiza en todas sus aristas.

 

En un breve repaso por los embalses de las presas, se registran estas reservas de agua: La presa Huites, en Choix tiene el 15.8 por ciento de su capacidad total de conservación; la Miguel Hidalgo, en El Fuerte apenas llega 17.1 por ciento; la Josefa Ortiz de Domínguez en El Fuerte luce al 28.2 por ciento; la Gustavo Díaz Ordaz o Bacurato en Sinaloa municipio se conserva al 31.6 por ciento; la presa Guillermo Blake, en Sinaloa municipio se encuentra al 35.7 por ciento; la Eustaquio Buelna, en Salvador Alvarado alcanza el 31.6 por ciento.

La presa Adolfo López Mateos en Badiraguato tiene el triste registro del 14.8 por ciento, y la Sanalona en Culiacán está al 29.5 por ciento; la presa Juan Guerrero Alcocer en Culiacán a punto de soltar el llanto registra apenas el 13.9 por ciento; mientras la José López Portillo en Cosalá se sostiene al 15.3 por ciento y la Aurelio Benassini en Elota ostenta el 41.1 por ciento. No entran en la contabilidad la Picachos y la Santa María, ubicadas al sur de la entidad y sin concluirse del todo.

 

Se nos ofrece por Sebides un vago y agridulce consuelo, al decirnos que tenemos agua suficiente para unos cinco años. Eso sí cuidándola. Insisten. También informa que el gasto humano es de alrededor de unos 400 millones de metros cúbicos de agua. No dijeron si es mensual o anual, solo agregaron que se desperdicia la mitad. Con esa cifra podemos jugar al relacionarla con una población sinaloense que supera levemente la cifra de los 3 millones de habitantes. Nos parece poco ese volumen, pero aceptándolo, eso nos lleva a decir que el promedio por persona sería el de 133.3 metros cúbicos por sinaloense. Si el dato corresponde a gasto anual, el consumo mensual promedio sería el de poco más de 11 metros cúbicos per capita. Por encima del aparente optimismo nos lanzan la prédica de que cuidemos el agua.

 

Y en eso de no despilfarrar el preciado líquido no le falta razón a Sebides. La situación se agrava sin remedio y aceptemos que la legislación disponible no es la ideal para enfrentar los problemas que ya se recientes ante las fronteras tan cercanas y peligrosas que la administración del agua disponible impone. El acceso al agua suficiente y de calidad es un derecho humano, que la Constitución Política mandata en el artículo 4, párrafo 6, en estos términos: “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”. Pero este principio no puede dormir el sueño de los justos allí donde está, mientras la Ley de Aguas Nacionales queda impávida ante los grandes monopolios que hacen negocios con los reservorios del agua en todos los rincones del país y depredan a sus anchas ese tesoro vital.

 

Hasta hoy solo algunas ciudades, comunidades indígenas y activistas han hecho frente a esos riegos. Entre ellas Mexicali, con un movimiento exitoso ante la cervecera gringa Constellation Brands y el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua que agrupa comunidades de Puebla, Morelos y Tlaxcala. Con trece presas en la entidad, con un potencial de poco más de un millón de hectáreas para cultivos con riego, la administración del agua debe pasar por criterios de qué volúmenes van al consumo humano y cuales se destinan a la agricultura y a la ganadería, incluyendo el considerable cuerpo de agua que va a los lagos y albercas particulares. Hoy más que nunca, cuando el sentido común nos indica que no hay seguridad alguna de que los periodos de lluvia van a ser regulares y bondadosos, la opinión ciudadana debe tener cabida en la administración del agua ante los riesgos de que las decisiones no favorezcan las prioridades de la sociedad.

 

El panorama que presentarán algunas presas para los días del mes de junio será desolador. Se observarán lodos en los vasos de lo que en otros años era un hermoso cuerpo de agua en las presas. La ganadería volverá a entrar en crisis ante la fuerte sequía y los viejos pastizales se convertirán en páramos. Las 85 pipas de Sebides y las que dispongan los ayuntamientos no podrán cambiar ese cuadro desolador que nos recuerda al Comala de Juan Rulfo. Hay tareas inaplazables para Conagua, para el gobierno del estado, para los ayuntamientos y para los legisladores. También la sociedad tiene un reto al que no puede sacarle el bulto: crear una nueva cultura en relación al uso y consumo del agua o enfrentar una situación como la que padecen ciudades como Monterrey o Hermosillo: surtir el agua por seis horas cada día para que llegue a todos. No hay alternativa. Vale.

 

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