columna joseluis

Mario gil escribió por allá en 1972 un libro que título “nuestros buenos vecinos” donde elabora lo que es en la historia de México y Estados Unidos, la relación entre ambos y en una de sus partes parafrasea a Porfirio Díaz cuando dijo “pobre México, tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos” en referencia política plástica que significa ser vecinos del gigante económico y su voracidad geopolítica y yo diría que es como dormir con el enemigo.

 

La historia de la relación México - Estados Unidos está llena de pasajes de agresión, despojo y humillación para México, esto  fundamentado en la política gringa del expansionismo que le dicta la doctrina “Monroe”, como estrategia histórica desde 1823 y que resume en su frase lapidaria de “américa para los americanos”. Esta política ha tenido una lucha de resistencia durante casi dos siglos que ha resumido Friedrich Katz en sus obras sobre la guerra en México y donde hace una descripción puntual de esa política expansionista que finalmente ha derrotado a nuestro país con el despojo de territorios, intromisión política y dependencia económica. 

 

Después de esa derrota México ha continuado luchando contra ese asedio permanente luego de que la correlación mundial cambio desde la revolución rusa en 1917, más tarde con la segunda guerra mundial y luego la revuelta anticolonial que desbarato el viejo imperialismo de ocupación. 

 

Ese proceso de reacomodo mundial permitió a muchas naciones, entre ellas, México, buscar su propio destino, definir su política interior y su política para el mundo, tanto que se gestaron revoluciones y transformaciones económicas en muchos de ellos que les permitieron construir horizontes y pensar  en cómo enfrentar sus obstáculos como lo era ya esa doctrina del expansionismo norteamericano.

 

Así fue como en América latina  se crearon instrumentos como la OEA (organización de estados americanos), la CEPAL (comisión económica para américa latina y el caribe). El BID (banco interamericano de desarrollo) y otros organismos  que desde 1989, cuando se quiebra el mundo bipolar con la derrota del socialismo y el grupo comunista, se impone la estrategia global del capitalismo del libre mercado en todo el planeta prácticamente.

 

En  esa derrota también se fueron los países “tercermundistas” o “desarrollistas” que buscaban su propia ruta y que todos hoy en día han terminado al final, insertos en dicha estrategia global que los incluye de hecho en una guerra económica mundial, no ya de modelo, si no de competencia y desarrollo de mercados. 

 

Bajo ese contexto no hay posibilidad alguna para este conjunto de naciones, de México y Latinoamérica, para pensar en la posibilidad de romperlo a corto plazo y mucho menos sin estrategia, con ocurrencias y colaboracionismos como los que llevaron a cabo los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, con el acoso a cuba y la intromisión militar de los norteamericanos con el programa de la DEA “Rápido y furioso” que nos ha generado la peor guerra entre el narcotráfico y las fuerzas militares del país.

 

México no debe de caer en el simplismo verborreico que parece se impone hoy en día en el mundo político global y más con el presidente estadounidense, el gobierno mexicano necesita pensar a fondo una relación con estados unidos y que esta no pude ser aislado de América Latina, Centroamérica y el caribe ni de los otros bloques económicos que se han constituido en el mundo como la unión europea o china, Rusia y la india, porque el mundo económico es muy dinámico, intenso y agresivo.

 

Por eso es un error toda la parafernalia que ha levantado la presidencia de la república en torno a la cancelación temporal de  la amenaza del gobierno de estados unidos de elevar los aranceles a las exportaciones mexicanas,  ya que es una falacia que se escuda en un nacionalismo rampante y vulgar, que no ayuda en nada.

 

El problema de la migración que está en el fondo del litigio, en esta coyuntura, es real y es indispensable que México lo atienda como corresponde bajo una estrategia global, integral y de largo plazo. Lo que México viene haciendo con la crisis migratoria centroamericana fue una agresión  para los estados unidos y bajo las circunstancias tan desventajosas que tiene México en la relación bilateral, una verdadera barrabasada